En el término del proyecto hidroeléctrico en Aysén tuvo protagonismo la iglesia local liderada por el obispo Luis Infanti.
“Aysén está en la Patagonia chilena, región con aires místicos sobre todo por su paisaje prístino, donde todavía se respira la vida virgen de la naturaleza. Con pocos habitantes y mucho frio en invierno”, dice Luis Infanti, obispo vicario apostólico de Aysén. “Ha sido una tierra abandonada por todos los gobiernos. Entonces su gente se siente protagonista de una vida aventurera”.
Luis Infanti nació en Udine, Italia, en 1954 y a los 10 años ingresó al seminario menor de la Orden Siervos de María. Llegó a Chile en 1973 como hermano de su congregación, estado en el que quería permanecer. Sin embargo, en 1990 aceptó la ordenación sacerdotal en Cochabamba, Bolivia. En 1995 regresó a Chile, fue designado vicario pastoral en Aysén y en 1999 su obispo.
PREGUNTA.- ¿Cuál es el atractivo de Aysén?
RESPUESTA.- En estos últimos años han llegado empresas multinacionales: salmoneras, mineras, que quieren aprovechar ‘recursos’, dicen ellos, yo digo ‘bienes’ de la naturaleza que allí se dan en abundancia. Aysén, dicen que viene de Ice end, en inglés: al final de los hielos. Desde los hielos de la Antártica, en Aysén están los enormes glaciales: Campo de Hielo norte y sur. Es una reserva de agua de las más importantes del mundo. Hoy ser dueño del agua es tener mucho poder, más poder que ser dueño del petróleo porque sin petróleo uno puede vivir, sin agua no puedes vivir”.
P.- ¿Cuál es la situación del agua en Chile?
R.- La constitución política del Estado de Chile promulgada por la Dictadura de Pinochet, ha regalado las aguas a perpetuidad. Eso hace que los que tienen la capacidad de adueñarse de las aguas, se adueñan. En el país, el 82% de las aguas son propiedad, no del Estado, sino de privados y esencialmente de empresas transnacionales. En Aysén es el 96%, principalmente de Enel, empresa italiana que compró Endesa de España la propietaria anterior. Así, esto deviene en un problema: la propiedad del agua. Porque en todos los países la propiedad es del Estado, la gestión y la distribución pueden ser entregadas a particulares, municipios, cooperativas. Chile es el único país en el mundo donde éste bien común vital, es privado a perpetuidad.
P.- ¿Llegaron otros antes?
R.- Hace unos 30 años había proyectos para botar en la Patagonia, sobre todo en la parte argentina, desechos nucleares. Hubo una importante protesta de donde surgió el slogan “Aysén, reserva de vida” porque los desechos nucleares, además de ser peligrosos por su irradiación, no se extinguen sino en muchos miles de años. Alrededor del año 2.000 vino otro proyecto, Alumisa, para construir una gigantesca fábrica de aluminio, aprovechando la abundancia de agua. También generó importantes protestas por el daño ecológico que provocaría esa planta. Se generó un conflicto de interés con las salmoneras, algunas de las cuales tenían dueños destacados en el país quienes lograron el fin de ese proyecto.
P.- Las represas de HidroAysén…
R.- Hace 10 años llegó este proyecto, HidroAysén, para producir energía hidroeléctrica desde Aysén, no para Aysén, sino para las empresas mineras del norte. Vinieron a sondear y ver el terreno, luego empezaron a comprar terrenos. Así se empezó a saber de este proyecto porque surgieron problemas en las comunidades: unos lo apoyaban, otros no; empezaron rivalidades en las familias; algunos vendieron el campo, se compraron casa y vehículo, pero no tenían tierra para trabajar; surgieron rivalidades. Esto involucró a la iglesia porque se empezó a ver afectada mucha gente de las comunidades cristianas.
En su página web la empresa dice que “en agosto de 2007, HidroAysén presentó este proyecto que contempla la construcción de cinco centrales hidroeléctricas, dos en el río Baker y tres en el río Pascua, con una generación media anual de 18.430 GWh y una potencia instalada de 2.750 MW en una superficie total embalsada de 5.910 hectáreas”. Agrega que la energía generada allí se inyectará “al Sistema Interconectado Central (SIC), que se extiende entre la Tercera y Décima región del país, donde vive más del 90% de los chilenos”, es decir no para Aysén.
P.- ¿ Y cuál fue la reacción de la Iglesia?
R.- Iniciamos un proceso muy participado de reflexión, con jornadas pastorales, en base al ver-juzgar-actuar. Hice una carta con unas 15 preguntas para ser reflexionadas en las comunidades, pero se entusiasmó mucha gente y las reflexionaron en colegios, sindicatos, organizaciones, partidos políticos. De ahí vimos la necesidad de hacer una reflexión más teológica en una jornada con una mirada bíblica, teológica, sobre estos temas.
De ahí surgió la carta pastoral “Danos hoy el agua de cada día” que destacó el tema del agua, relevante haya o no represas. Fue importante por sus fundamentos éticos, teológicos, pastorales. A los pocos meses me invitaron a la sede de la Unión Europea, en Bruselas, donde Mijail Gorbachov dirige una fundación que cada año hace un convenio mundial sobre un tema para influir en los gobiernos. El 2009 fue sobre el agua y me invitaron. Fue muy relevante.
P.- Con ese prestigio…
R.- Pude ir a las asambleas de socios de Enel, en Italia, y de Colbún, en Santiago, las dos empresas que formaban HidroAysén. Fue interesante porque es llegar al corazón de las empresas para hacer un planteamiento. En Italia que un obispo vaya a una asamblea de socios a hacer un planteamiento ético, que les hable en italiano, no a título personal, sino de la gente de Aysén, tuvo mucho peso.
La prensa en Chile, a comienzos de noviembre, ha informado que la empresa HidroAysén ha decidido cerrar el proyecto y devolver al Estado chileno sus derechos de agua. Según Economía y Negocios, de El Mercurio, el gerente de finanzas de Enel Chile, Raffaele Grandi, anticipó que la devolución de los derechos de agua de HidroAysén al Estado le generará a la compañía ahorros por US$ 3 millones el próximo año, monto que corresponde a la multa que debe pagar la empresa por tener esos derechos sin uso. Por su parte, el gerente general del holding, Nicola Cotugno, confirmó que la compañía está negociando con Colbún la liquidación de la sociedad creada entre ambas generadoras, Centrales Hidroeléctricas de Aysén SA.
P.-¿Qué siente ahora frente al fin del proyecto por parte de la empresa?
R.- Profunda alegría porque, aunque cueste, cuando un pueblo tiene conciencia profunda de lo que está haciendo, tiene planteamientos sólidos no sólo para rechazar algo, sino también para proponer algo más valioso, se puede conseguir triunfos importantes. Tenemos la sensación de que HidroAysén desaparece de la región y devolverá el agua al gobierno de Chile.
Creo que este movimiento “Patagonia sin represas” ha ayudado a tomar conciencia del lugar en que estamos y lo que significa en tiempos de cambio climático y de crisis integral. Qué significa espiritualmente vivir en una región donde uno respira belleza, respira pureza, respira santidad, en una palabra. En un mundo tan martirizado por el consumismo, el apuro, tener un lugar así es responder a un anhelo de espiritualidad que la gente busca y espera. Deseamos ayudar a que esta gente pueda dar ese paso de reconocer desde la creatura al Creador, o sea que esta naturaleza tan exuberante ayude a creer más en Dios y ayude a cuidar más el ambiente no sólo por cuidar un pajarito o un árbol. Por respetar a Dios, sus creaturas merecen también respeto. Todo está conectado, el grito de los pobres y el grito de la madre tierra es un solo grito.
P.- El ímpetu de ese movimiento, ¿tiene efectos hoy que lo proyecten?
R.- El fruto principal es la capacidad de organizarse y ayudar a tomar conciencia del lugar en que vivimos. Cuando fui a la asamblea de socios de Enel entendí con total claridad que estas grandes empresas, más que temer a la violencia o las manifestaciones sociales, temen a quienes ayudan a tomar conciencia de las realidades y de los problemas. Ese es el logro más importante.