Son dos iconos mediáticos de esa Iglesia que abre puertas y sale a buscar a los últimos. Ahora se han puesto mano a mano en un intercambio epistolar que ha cuajado en el libro Dios en la calle. Cartas cruzadas entre Viqui Molins y el Padre Ángel (Claret). Y lo presentan en las parroquias de las que han hecho un referente de acogida. Esta tarde en San Antón, en Madrid; mañana, en Santa Anna, en Barcelona.
Se trata de un libro que, como señala Molins, religiosa de la Compañía de Santa Teresa, “fue una iniciativa que surgió de la editorial Claret a raíz de que el papa Francisco convocase la I Jornada Mundial de los Pobres, que se celebra este domingo 19 de noviembre. Y como el P. Ángel y yo estamos en la misma onda, trabajando con los más pobres, y habíamos puesto en marcha en Madrid la parroquia de San Antón y en Barcelona la de Santa Anna, que abren las 24 horas para acoger a los sin techo, se les ocurrió que contásemos esta experiencia en estilo epistolar, que puede sonar antiguo, pero es muy moderno”.
PREGUNTA.- Ya que menciona como “excusa” esta Jornada Mundial, ¿no ha tardado demasiado tiempo la Iglesia en convocarla?
RESPUESTA.- Ha llegado el momento, importantísimo en la historia de la Iglesia, en que se pone en el centro lo que ya puso Jesús en su momento: a los pobres, a los últimos. Que el papa Francisco comenzase su pontificado diciendo que quería una Iglesia pobre y para los pobres es para mí todo un signo que ahora se manifiesta de una manera especial en este día. Me parece maravilloso que, en este momento de la historia de la Iglesia, haya surgido una iniciativa como esta, que pone primero a los que son los últimos.
P.- Maravillosa, sí, pero que se ha hecho un poquito de esperar, ¿no?
R.- Exacto, se ha hecho esperar, sí, pero también se ha hecho esperar, por ejemplo, que la Iglesia haya condenado los pecados contra el sexto mandamiento y que se olvidara de que el primero es el de amar. Pues eso, los que ahora tenemos más de 80 años, nos lo hemos tragado durante mucho tiempo, aunque ya sabíamos que el ser cristiano no iba por ahí.
“Los pobres son invisibles para nosotros”
P.- Dicen en el libro que Dios está en la calle, pero ¿pasamos de largo sin verlos?
R.- Es que a veces se mira pero no se ve. Los que somos periodistas, tenemos una capacidad añadida, que es la de que queremos mirarlo todo y estar pendientes del detalle. Por eso creo que los cristianos tendríamos que ser periodistas del amor, ir siempre viendo, no solo mirando, contemplando lo que hay a nuestro alrededor. Y creo que muchas veces, los pobres son invisibles para nosotros.
P.- Quizás es un problema de vista eclesial cansada…
R.- Seguro, pero no sé de qué la tenemos cansada.
P.- Tras este intercambio epistolar, ¿a qué conclusiones llegan el Padre Ángel y usted?
R.- En el libro, hay tres partes. En la primera, abordamos cómo fue nuestra llamada a la vida religiosa, qué pasó para que nosotros, en un momento en que vivíamos en pleno nacionalcatolicismo, nos enamoráramos de Jesús. En la segunda, hablamos de la llamada especial a favor de los más marginados que, en su momento, recibimos el Padre Ángel y yo. Y es que no lo decidimos nosotros, sino Dios a través de una serie de circunstancias. Y la tercera parte, es esta llamada del papa Francisco a dedicar un día a los pobres, ver a qué nos ha llevado su petición, que ha sido, entre otras cuestiones, a la puesta en marcha de San Antón y Santa Anna. Yo también hablo en esta parte del libro de lo que en catalán llamo la mística del carrer, es decir, la mística de la calle. Y que es encontrar a Dios en la calle, pero sobre todo ayudar a que los demás encuentren a Dios en nosotros,. Eso, para mí, es muy importante.
P.- ¿Hacen falta en nuestra Iglesia más parroquias como las de San Antón y Santa Anna?
R.- Siendo realista, es bastante difícil, que haya muchas iglesias así, porque se necesita una infraestructura muy grande para atender las 24 horas a toda la gente que llega. En Santa Anna, por ejemplo, acogemos a más de un centenar de personas a la hora del desayuno. Pero creo que en cada ciudad grande sí que debería, al menos, haber una parroquia así. Sería un signo muy bueno para la Iglesia de hoy. Por cierto, que los derechos de autor del libro se los he cedido a la parroquia…
“La vida del Padre Ángel es un caos maravilloso”
P.- ¿Qué ha aprendido usted de los pobres?
R.- He aprendido más durante estos últimos 30 años, que vivo en medio de ellos, que antes. He aprendido que los pobres son héroes desapercibidos, que han de pasar en su vida por tantas cosas que ni sospechamos. De ellos he aprendido, sobre todo, que mi vida ha dado un vuelco, hasta mi manera de orar es distinta, ellos siempre están presentes, me cambiaron la vida.
P.- ¿Y qué ha aprendido del Padre Ángel?
R.- Muchas cosas. Su vida es un caos, pero un caos maravilloso, un caos que consiste en estar siempre a disposición de todos. Y he aprendido a aceptar lo caótico de la vida, lo imprevisto, lo que no te esperas, y a recibirlo con ilusión.