El Papa ha dirigido un mensaje al Presidente de la Academia Pontificia para la Vida con ocasión de la clausura de la reunión regional europea de la “World Medical Association” acerca de la cuestión “el fin de la vida” En su alocución, Francisco ha confirmado la postura de la Iglesia respecto a la eutanasia, que siempre ha considerado ilícita por buscar, según sus propias palabras, “interrumpir la vida buscando la muerte”
Sin embargo también ha hablado de la proporcionalidad de la medicina, para lo que ha citado al papa Pío XII, quien afirmó en un discurso a anestesistas y reanimadores que “no hay obligación de utilizar siempre todos los medios terapéuticos y, en casos muy determinados, es lícito abstenerse”. Para esto, recuerda el Papa, hay que tener en cuenta un criterio, que es “el resultado que se puede esperar considerando el estado físico y moral del enfermo”.
Eutanasia vs abstención de cura
Francisco ha contrapuesto el rechazo a los métodos terapéuticos desproporcionados con la eutanasia, ya que la primera se entiende como “asumir responsablemente el límite de la condición mortal de la persona, como dice el catecismo ‘No se busca así procurar la muerte, sino aceptar el no poder impedirla’ (Catecismo n. 2278) Esta diferencia -ha explicado- restituye la humanidad que debe tener el acompañamiento de la muerte, sin justificar la supresión de la vida”.
“Por supuesto-ha matizado Francisco en sus palabras-cuando entramos en caso particulares los factores en juego son difíciles de valorar. Se precisa un atento discernimiento de factores morales, circunstancias del enfermo e intención del mismo. No podemos aplicar una regla general mecánicamente, hay que ver cada caso.” De esta forma el Pontífice ha querido concienciar a los asistentes de que la Iglesia no permite el retiro de terapia a cualquier enfermo, sino solamente en casos muy extremos y bien estudiados, es decir, excepcionales, y como dice el Catecismo, cuando esté en estado de plena consciencia, Discutiéndolo con el propio paciente para que sea él quien tome las decisiones.
A modo de conclusión, el Obispo de Roma ha denunciado la desigualdad en los medicamentos, ya que resulta vergonzoso que ciertos tratamientos solamente los puedan pagar los más pudientes, así como la gran diferencia entre unos y otros continentes en cuanto a calidad y precio. Por ello ha invitado a todos los países a velar por la igualdad entre sus ciudadanos “especialmente con los más débiles que no pueden hacerse valer por sí mismos”.