Elegido por sus hermanos obispos en la última Asamblea Plenaria, celebrada estos días en el santuario de la Virgen del Cobre, el obispo de Holguín, Emilio Aranguren Echeverría, es el nuevo presidente de la Conferencia Episcopal Cubana, cargo que desempeñará al menos durante el próximo trienio.
En conversación con Vida Nueva, el pastor reflexiona sobre cuáles son los principales retos para la Iglesia en el tiempo actual en la Isla. “El primero –sostiene– está en correspondencia con nuestra misión de evangelización, en un contexto social en el que están presentes la búsqueda de Dios y de valores cristianos, un fuerte sustrato de religiosidad popular (con matices de sincretismo) y la ideología, no siempre definible, pero sí muy presente”.
En este panorama, asegura Aranguren, “llevar adelante el proceso de iniciación cristiana y la atención de las pequeñas comunidades posibilita la renovación de su composición”. Un proceso paulatino que pretende asegurar que “sus respectivos miembros crezcan en su identidad cristiana y en su sentido de pertenencia y responsabilidad, en la vivencia de su vocación laical en la familia y en el conjunto de la sociedad”.
En todo ello, destaca el obispo de Holguín, hay un requerimiento básico: “Es necesario anunciar el Evangelio respaldado por una coherencia de vida”. Y es que, si “la autenticidad del testimonio es clave para educar la fe de un pueblo”, aún más lo es en uno como el cubano, que, por su devenir histórico, cuenta con “grandes carencias de cultura y conocimientos religiosos”.
Por eso, el camino debe ser “atender en lo posible las necesidades materiales de una buena parte de la población mediante una obra social motivada y sostenida por el espíritu cristiano de amor y servicio”. Una tarea a la que, además, hay que “añadir una cercanía a las nuevas generaciones en sus necesidades espirituales y en las legítimas aspiraciones de realización humana y también profesional”. (…)
