Hoy lunes 20 de noviembre se ha presentado en Roma el nuevo libro de Enzo Petrolino, presidente del Diaconado de Italia, titulado ‘El Diaconado en el pensamiento del Papa Francisco. Una iglesia pobre para los pobres’. Dicho libro recopila los discursos acerca de la importancia del diaconado que impartió el entonces arzobispo de Buenos Aires Jorge Mario Bergoglio y contiene un prólogo del mismo, ahora papa Francisco.
En el texto, el Pontífice agradece la recopilación al autor y señala la importancia que ha recobrado el diaconado desde el Concilio Vaticano II, “adquiriendo por un lado la conciencia de su papel de servicio a Cristo y a los personas y recibiendo, por otro lado, un nuevo ímpetu mediante las orientaciones proporcionadas por el Magisterio durante estos años a la reflexión eclesial común”.
“La Iglesia encuentra en el diaconado permanente la expresión y, al mismo tiempo, el impulso vital para que se convierta ella misma en señal visible de la diaconía de Cristo Siervo en la historia de los hombres“, recuerda Francisco en el prólogo.
Además, recalca la importancia de la labor evangelizadora de los diáconos, que debe ser parte de su identidad y “Como los Apóstoles, se deben sentir impulsados a proclamar la resurrección de Jesús de palabra y con obras y experimentar la urgencia de hacer el bien, de rendir servicio en el nombre de Jesús crucificado y resucitado, de llevar la Palabra de Dios a la vida de su pueblo santo”.
El Obispo de Roma advierte en el texto en su línea habitual que “el corazón de la diaconía está en la Eucaristía y debe realizarse en primer lugar en el servicio a los pobres que llevan en sí mismos el rostro de Cristo sufriente”.
Destaca también la necesidad de la pobreza para todos los hombres, aunque no necesariamente material: “La pobreza es este tipo de desapego para servir a los necesitados, para servir a los otros. Por tanto una Iglesia pobre y para los pobres”, escribe antes de recordar el famoso episodio de san Lorenzo, quien mostró al Emperador a los pobres de Roma cuando le exigieron entregar “los tesoros de la Iglesia”.
Antes de acabar, el Papa relata el día de su elección en el cónclave y cómo eligió el nombre Francisco. Cuando supo que había sido el más votado, “el cardenal Hummes me abrazó y me dijo: ‘¡No te olvides de los pobres!’. Y en seguida, pensando en los pobres, me vino a la mente San Francisco de Asís el cual, según la tradición, fue diácono. Para mí, él es el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que quiere y cuida la creación. Es el hombre que debe inspirar a los diáconos”.
“Por tanto, el ministerio diaconal ha de ser visto como parte integrante del trabajo realizado por el Concilio con el fin de preparar a la Iglesia para un renovado apostolado en el mundo de hoy. Los diáconos pueden ser definidos –y con razón– como pioneros de la nueva civilización del amor como le gustaba decir a Juan Pablo II”, sentencia Francisco al concluir el prólogo.