“El misionero camina y, en estos tiempos de Francisco, es alguien en salida”

Se realizó el V Congreso Misionero Nacional en Neuquén. El obispo Croxatto presidió la misa de clausura y dio un mensaje fuerte, pero alentado.

“El misionero camina y, en estos tiempos de Francisco, es alguien en salida”

Ha pegado fuerte desde su primera frase de la homilía de cierre del V Congreso Misionero Nacional (CoMiNa5), el lunes 20 de noviembre: “Hemos venido a que se nos complique la vida por el Evangelio. Porque si amar en serio siempre complica ¿qué podemos decir si amamos a Jesús y a su Evangelio?”, dijo Fernando Croxatto, el padre obispo de Neuquén y anfitrión del CoMiNa5. Y siguió: “… Estamos alentados a mantenernos firmes, llenos de valor, a preferir incluso la muerte antes que fallarle al Señor… A no traicionar el amor, a no callar nuestro anuncio…”.

“… Y la vida se nos complica. Pero ¡qué bueno que se nos complique porque la vida con Él es mucho más plena y le encuentra sentido a todo!”.

Alineándose con el Magisterio del papa Francisco expresó: “El misionero camina y, en estos tiempos de Francisco, es alguien en salida. No está a la espera, que lo vengan a buscar, sino que recorre, busca, visita. Y a la luz de esta Palabra, me animo a decir: la misión es salir para detenerse… es andar por parajes, pueblos, ciudades, realidades sociales, los areópagos modernos. Pero no solo pasando, sino deteniéndonos. Dejando que nos detengan para acercarnos, para mirar a los que gritando desde las orillas”.

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Una multitud llegada de toda la Argentna participó del ComiNa5 en Neuquén | Héctor Werro

Tomando palabras de la lectura del día, referida al ciego de Jericó, invitó a traer “al corazón a tantos conocemos y que por tantos diversos motivos están al margen de la vida… Los que la vida y las circunstancias los han ‘planchado’, y los pusieron al margen de la alegría, de una vida con sentido, con dignidad. Y son muchos los que viven hoy sin ver por sí mismos, y se han vuelto esclavos, presos… atados a los que los otros hagan de y con ellos, decidan por ellos, metiéndolos en el gran gimnasio de los hombres sin fe que hoy han construido, relegando mucho de la marca de hijos de Dios grabada en sus corazones, que son tantos los que están necesitados y sedientos de Cristo… los que no han gustado de la libertad que tenemos nosotros que es tan hermosa, la de los hijos de Dios. ¿Cómo no sentir esta hermosa alegría de evangelizar? ¿Cómo no sentir esta urgencia hoy de la misión?

Exhortó a ponernos delante del maestro, a los pies de Jesús… y gustar y sentir la pregunta que sale de sus labios y que Él nos la dice a nosotros: “¿qué querés que haga por ti? Y una y mil veces tenemos que decirle: Señor, hacé que yo vea”.

Y a modo de oración, fue rezando y poniendo en manos de Dios la cotidianeidad del misionero, como sus cansancios, sus tentaciones, sus fortalezas y sus preocupaciones, sintetizadas en:

  • Encontrar lugar en donde renovar la propia fe, donde compartir las preguntas profundas y donde discernir con criterios evangélicos.
  • No conformarse con algunos espacios de espiritualidad y misión, si no alimentan el encuentro con el otro y el compromiso en el mundo
  • No obsesionarse por ser y/o tener más que los otros, que termina “ahogando la alegría misionera y así las tareas evangelizadoras se vuelven forzadas.
  • No dejarse robar el entusiasmo misionero y no escaparse de los compromisos… como si la tarea evangelizadora fuera un veneno peligroso, y no una alegre respuesta al amor de Dios que nos convoca a una misión…
  • No caer en el pragmatismo de la vida eclesial, donde todo procede con normalidad, pero en realidad, la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad.
  • No dejarnos cautivar por lo que solo genera oscuridad y cansancio interior, y nos apoliyan el dinamismo apostólico.

Finalmente, Croxatto pidió a Dios no ser profetas de calamidades, y que podamos ver los males como un desafío a crecer: “Haz que podamos correr siempre el riesgo de encontrarnos con el rostro de los otros, con sus dolores y sus reclamos. De pertenecer a una comunidad y hacernos servidores. Que no nos cansemos de optar por la fraternidad. A que no perdamos contacto con la realidad sufrida de nuestro pueblo fiel, entreteniéndonos en lo que habría que hacer y no que se nos deshilache la vida y nos cansemos en el barro”.

“Haz Señor que estemos atentos a la tentación de la envidia los que estamos en la misma barca y vamos hacia el mismo puerto. Que nos alegremos con los frutos ajenos que son de todos. Haz Señor, por último, que no nos quedemos cómodos creyendo que hemos cambiado cuando seguimos haciendo siempre lo mismo…”, proclamó.

Pidió que María, la Madre del Evangelio viviente, interceda para que podamos llevar adelante las propuestas de este CoMiNa5.

Argentina en misión: El Evangelio es Alegría. Misioneros a la misión.

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