José Han Zhi-hai (1966) es obispo de Lanzhou desde hace 14 años. Nombrado por san Juan Pablo II, pero sin reconocimiento del gobierno chino. ¿Por qué ha pedido ahora ese reconocimiento? En una entrevista exclusiva con Vatican Insider, el exobispo clandestino responde: “Así tendremos menos obstáculos para dedicar nuestras energías al anuncio del Evangelio”.
Ser reconocido significa aceptar el papel de la Asociación patriótica y de los demás organismos que controlan la vida de la Iglesia… “Sí, pero ahora en la Iglesia hay cada vez más jóvenes que ya no se fijan demasiado en estas cosas. A ellos no les interesa mucho lo que hace la Asociación patriótica. A ellos les importa poder caminar y crecer en la fe, poder expresar la propia fe sin esconderse”, dice el prelado.
Al ser preguntado sobre si toda la diócesis comparte la decisión, Han reconoce unidad, aunque “algunos sacerdotes y algunos fieles tienen una opinión diferente, pero esta diversidad no llega a poner en duda la comunión de fe. Lo que más nos preocupa es custodiar y hacer que crezca la comunión entre nosotros. Por esto deseamos que China y la Santa Sede encuentren un acuerdo: así podremos caminar juntos, unidos al Papa”.
“La situación actual en el noreste de Asia es muy preocupante. Los países de Asia del Norte están buscando estabilidad y prosperidad a través del poder militar, formando alianzas con otras grandes potencias del sistema político. Esto crea amenazas y ansiedades en todas las naciones”. Así se expresan en un comunicado los obispos de Corea del Sur y Japón tras concluir la reunión celebrada en Kagoshima del 14 al 16 de noviembre.
En este encuentro han rechazado cualquier posible idea de guerra: “Dios nos exhorta a erradicar en todos la convicción equivocada de que la paz puede garantizarse con armas nucleares o con la militarización. Estos métodos, por el contrario, solo aumentan el riesgo de guerra”. Y recuerdan que “los pobres y el medio ambiente continúan sufriendo, mientras que sumas astronómicas de dinero se gastan en armas”.
La declaración recogida por Fides concluye: “La violencia es una forma demencial de socavar la dignidad humana y causar consecuencias desastrosas para toda la humanidad“. En ese sentido, “nosotros, los obispos coreanos y japoneses, nos comprometemos con la paz viviendo activamente en el amor fraterno, confiando nuestra esperanza en el poder de Dios, no en el poder militar”, reconocen.
“La condena de la mafia por parte de la Iglesia es clarísima. A la luz de esta postura, se debe excluir el funeral público para Riina”. Así de claro se expresa el portavoz de la Conferencia Episcopal Italiana, Ivan Maffeis, en referencia a la muerte del capo de la mafia Totò Riina. Y es que “a la Iglesia le importa la educación de las conciencias, sostener a todas las personas que levantan la cabeza contra la mafia”, añadió el sacerdote.
Maffeis recordó que, si la familia lo pidiera, contarían con “la presencia de un sacerdote para acompañar con la oración el cuerpo, ya que “no se puede negar a nadie”. No obstante, un funeral público para una persona como esta “sería un signo que confunde”, como recoge La Stampa.
En el mismo tono se expresó el arzobispo de Monreal, Michele Pennisi, a cuyo territorio diocesano pertenece el pueblo natal del capo: “Al tratarse de un pecador público, no se podrán llevar a cabo las exequias públicamente. Si los familiares lo pidieran, se estudiaría la posibilidad de hacer una oración privada en el cementerio”. Además, afirmó que pese a la muerte, “la mafia no ha sido derrotada, por lo que no hay que bajar la guardia”.