El deán-presidente de la Mezquita-Catedral de Córdoba, Manuel Pérez Moya, refiere en una brillante sentencia que “la historia de Al-Ándalus, sin los mozárabes, sería una historia a medias”. Sin los mozárabes, la historia de la Iglesia española también es una historia a medias. De ahí la necesidad del I Congreso Internacional de Cultura Mozárabe que organiza el Obispado de Córdoba, del 23 al 26 de noviembre.
Su anfitrión, el obispo Demetrio Fernández, lo exalta: “Para nuestra diócesis, es un encuentro muy importante, porque es aquí donde el rito hispano llega a llamarse plenamente mozárabe. Córdoba es el epicentro de la mozarabía, que representa a aquellos cristianos que, bajo la dominación árabe, mantienen íntegra su fe, y eso genera multitud de mártires”.
“Es un intento de conocer más profundamente a los cristianos de origen hispano-visigodo que vivieron bajo el dominio musulmán de Al-Ándalus”, expone a su vez Antonio Prieto Lucena, actual rector del Seminario Conciliar San Pelagio y canónigo responsable del Foro Osio, entidad que acoge la celebración del Congreso en el Palacio Arzobispal de Córdoba. Un foro creado por el Cabildo de la Mezquita-Catedral de Córdoba el pasado mes de abril para difundir la memoria de Osio de Córdoba (256-357 d. C.) y, como afirma Prieto, “para engrandecer el espíritu humano y de inculturar la fe, ya que, como afirmaba el papa Juan Pablo II, el futuro del hombre depende de la cultura”.
Manuel González López-Corps, sacerdote de la archidiócesis de Madrid y profesor de la Universidad Eclesiástica San Dámaso (UESD), es el director académico del Congreso: “Creo que es importante reunirnos para encontrarnos, para reflexionar sobre nuestro propio origen. Y cómo eso puede ayudarnos a vivir cristianamente en el mundo de hoy”.
González pertenece a la Asociación Hispano-Mozárabe Gothia y está adscrito a la parroquia de la Concepción de Nuestra Señora, sede del rito hispano-mozárabe en Madrid [en la imagen que abre este reportaje]. “Lo primero es decir que este Congreso es un evento de gracia –lo define–, porque es un encuentro realizado por cristianos con una apertura, también, a no creyentes. Una apertura cultural, de historia, de literatura, evidentemente de liturgia y espiritualidad, que es lo más interesante, pero también una gracia, porque es un evento para reflexionar. ¿Sobre qué? Sobre nuestra propia vida, nuestro propio origen, algo tremendamente importante por lo que significa, como es la hispanidad. ¿Quién es el cristiano español? No es igual ser un cristiano en España que serlo en Siria o en Egipto. Hay unas peculiaridades, hay un genio”. (…)
El legado mozárabe es profundo y está muy ligado al martirio, como narra Antonio Prieto Lucena. “Los mozárabes fueron cristianos perseguidos, que se fueron extinguiendo progresivamente. Si en el siglo VIII y IX representaban el noventa por ciento de la población cordobesa, en el siglo XI ya eran una pequeña comunidad marginal, hasta su desaparición después de una masiva huida de varios miles, en una incursión del rey Alfonso I de Aragón, el Batallador, hacia 1125, y de la expulsión que sufrieron al norte de África, decretada por una fatua de 1126. Entre otras cosas, la Iglesia conserva con veneración su liturgia y su testimonio martirial, que fue semilla de nuevos cristianos”. (…)