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Impulsa la Iglesia en México las Ferias de Economía Solidaria

  • Gracias a esta iniciativa, productores de algunas diócesis marcadas por la pobreza ofrecen sus artículos directo a los consumidores, lo que les genera ganancias más dignas, y detona procesos de crecimiento





Mientras que el pasado fin de semana millones de mexicanos saturaban los centros comerciales en busca de todo tipo de ofertas por el Buen Fin, algunos templos abrían sus atrios para acoger el programa de las Ferias de Economía Solidaria.

Se trata de una iniciativa apoyada por la Conferencia del Episcopado Mexicano, como una forma de hacer que la economía sea solidaria, al favorecer el contacto directo entre productores y consumidores, eliminando intermediarios, y obtener para los primeros ganancias dignas por la venta de sus artículos.

En entrevista para Vida Nueva Digital, el Secretario Ejecutivo de la Dimensión de Pastoral del Trabajo, José David Torres Moya, aclaró que los productores que participan en las ferias no necesariamente sufren de extrema pobreza, pero muchos de ellos pertenecen a comunidades indígenas.

Consideró que a través de estas ferias, las comunidades que aceptan participar, hacen un verdadero consumo responsable, pues no sólo pagan lo justo por los artículos que se adquieren, sino que es una forma de valorar el trabajo de los productores mexicanos.

Estrategia en red

Ingeniero de profesión, Torres Moya explicó que, gracias a esta iniciativa, a lo largo de los años se ha ido conformando una red de productores: “Vemos con gusto que los productores, muchos de los cuales no se conocían entre sí, están haciendo un trabajo en red, produciendo y consiguiendo juntos su materia prima”.

Consideró que si bien hay muchas otras formas de sembrar la solidaridad económica y de reconocer el trabajo de los productores mexicanos, las Ferias de Economía Solidaria dan una lección de organización, intercambio, participación y esfuerzo conjunto, en el que no sólo están involucrados productores y consumidores, sino también muchos agentes de pastoral que hacen que la Iglesia se involucre más en estos procesos.

Insistió en la importancia de seguir consolidando esta red de esfuerzos para que la solidaridad económica sea una realidad en el país: “No se trata de obras de buena voluntad, sino de reconocer que el modelo económico que impera en el mundo no pretende el bien para todos ni promueve la distribución de la riqueza y, entonces, actuar en consecuencia”.

Paso a paso

Fue así que el pasado fin de semana, tres diócesis, caracterizadas por la pobreza que sufren sus habitantes, participaron de estas ferias: Tulancingo, Tula y Córdoba, a donde llegaron productores de hortalizas, semillas, artesanía, medicina tradicional, ropa típica, etc., para vender sus artículos, dejando de lado cualquier intermediario.

El Secretario de la Dimensión de Pastoral del Trabajo explicó que en el caso de Tulancingo, es la primera vez que se realiza esta feria, mientras que en Tula lleva tres años consecutivos, y en Córdoba nueve. “En la Diócesis de Córdoba –añadió– ya se cuenta con una feria más estructurada, de tal forma que cada año convoca entre 150 y 200 productores”.

Reconoce Torres Moya que muchos de los consumidores todavía se acercan de forma “tímida” a las ferias, las cuales, la mayoría de las veces se realizan en los atrios de los templos. Fue el caso de Tulancingo, que se llevó a cabo en el exterior de la Catedral y en el atrio de la Parroquia la Villita, en Pachuca: “La gente se sorprende, observa, curiosea y compra. Los productores, por su parte, sienten que se les reconoce su trabajo y que se les acompaña en este proceso de crecimiento”, dice.

Finalmente, señaló que una de las propuestas es que estas Ferias de Economía Solidaria se programen una vez al año por estas fechas, es decir, en octubre o noviembre.

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