Los sismos del 7 y 19 de septiembre pasado dejaron afectaciones en por lo menos mil 418 bienes culturales, según datos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Se trata de monumentos históricos, museos, centros culturales y zonas arqueológicas distribuidas en 11 entidades del país; no obstante, del patrimonio siniestrado, el 65 por ciento corresponde a edificios de carácter religioso, principalmente, templos y ex conventos.
Lo anterior lo dio a conocer el coordinador nacional de Monumentos Históricos del INAH, Arturo Balandrano, en el marco del VIII Taller de la Dimensión del Cuidado de Bienes Culturales y Arte Sacro Eclesiásticos, de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), que se llevó a cabo recientemente en la ciudad de Cancún, Quintana Roo.
Sin embargo, el funcionario federal dejó en claro que pese a los daños registrados en las edificaciones, ninguno será objeto de demolición: “No importa lo que nos tengamos que tardar; lo hemos hecho en siniestros anteriores y lo volveremos a hacer; porque no estamos hablando de piedras solamente, sino de documentos vivos”, dijo Balandrano, y aseguró que la Secretaría de Cultura cuenta con los mecanismos financieros y el personal capacitado para recuperar las pérdidas en todo el país.
De acuerdo con el censo elaborado por la autoridad federal, los mayores daños se registraron en Oaxaca, Chiapas, Morelos, Puebla y Ciudad de México, donde las afectaciones alcanzaron elementos que forman parte de la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, como la Catedral de San Cristóbal de las Casas y la Catedral Metropolitana de México. Otras entidades donde también quedaron huellas de los terremotos en el patrimonio cultural edificado, son: Puebla, Hidalgo, Estado de México, Tabasco, Veracruz, Guerrero y Tlaxcala.
Ante este panorama, los participantes en el taller se comprometieron a llevar a cabo una serie de acciones específicas y organizadas, tanto a corto como a mediano plazo. Entre las primeras, según lo dio a conocer el Departamento de Historia y Arte de la CEM, está el que cada sacerdote o laico encargado del cuidado de los bienes culturales en las zonas siniestradas entre en contacto con su obispo para iniciar una estrategia conjunta.
Otras dos medidas importantes son la realización de protocolos de emergencias frente a huracanes, erupción de volcanes o sismos, tanto para futuras construcciones de iglesias, como para el patrimonio histórico, así como implementar en cada parroquia un catálogo para evitar saqueos, pues es sabido que tras los sismos ocurridos recientemente se registró el robo de bienes muebles.
“Con el catálogo –explican las autoridades eclesiásticas– además de conocer la existencia de todo el patrimonio, nos ayudará a levantar denuncias en caso de robo, ya que así es posible autentificar las piezas y se tienen muchas más posibilidades de recuperarlas”.
La revisión de todas las iglesias para evaluar, diagnosticar y ver si son candidatas para proyectos de recuperación y restauración, es otro de los compromisos a corto plazo, así como hacer llegar los respectivos proyectos a las autoridades federales, como el Fondo de Desastres Naturales, u organismos internacionales responsables del cuidado del patrimonio histórico y cultural, como la UNESCO.
También se comprometieron a pedir y recibir apoyo de las universidades, y se propuso la creación de un comité de ingenieros y arquitectos para llevar a cabo evaluaciones constantes a los inmuebles. Además se pidió motivar la participación de la comunidad y del municipio, pues muchos de los lugares siniestrados son sitios turísticos que favorecen la economía local.
Finalmente, se pidió trabajar en un listado de cada diócesis y de sus edificaciones, en la cual se especifique lo que es propiedad de la nación, con la finalidad de trabajar con mayor fluidez en caso de ocurrir otro desastre.
Durante el encuentro, Arturo Balandrano explicó que de acuerdo con la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticas e Históricas, se considera un monumento histórico aquella edificación construida a partir del siglo XVI y hasta el final del siglo XIX, y corresponde al INAH su resguardo y custodia. A partir del siglo XX, las edificaciones que tienen un valor estético relevante se denominan monumento artístico, y de ellas está encargado del Instituto Nacional de Bellas Artes.
Las autoridades federales han informado que, en materia de patrimonio cultural en la Ciudad de México, el sismo del 19 de septiembre afectó 62 monumentos históricos y una zona arqueológica: el Cerro de la Estrella, en Iztapalapa. En cuanto a las edificaciones religiosas, las afectaciones sobresalen en la Catedral Metropolitana y el edifico del Sagrario.
En lo que respecta a otros templos siniestrados en la capital del país, destacan el de Santa Catarina de Siena, en República de Brasil, una de las edificaciones religiosas más tempranas del Virreinato; el templo de Nuestra Señora de los Ángeles, en la colonia Guerrero, que fue una capilla en el barrio de indios en el siglo XVI y que perdió la mitad de su bóveda central.
Sin embargo, los estados más afectados fueron Oaxaca y Morelos, con el mayor número de monumentos históricos siniestrados: 305 y 254, respectivamente; les sigue el Estado de México, con 150, y luego Chiapas, con 85. En Oaxaca, las principales afectaciones ocurrieron en el exconvento de Santo Domingo, de la antigua Antequera, y en varias zonas arqueológicas; en Morelos, en la zona arqueológica de Xochicalco, y en cuatro de los trece templos y exconventos de la llamada ruta del Volcán, que comparte con Puebla, donde también decenas templos sufrieron afectaciones.
Todos estos monumentos y zonas arqueológicas –concluyó el funcionario– están considerados Patrimonio Mundial por la UNESCO, “lo que nos coloca en la mira de toda la comunidad internacional”.
El objetivo principal del taller fue analizar y revisar las acciones metodológicas para la conservación, cuidado y promoción del patrimonio eclesiástico en México tomando en cuenta los acontecimientos dolorosos que vivió México en septiembre pasado, a causa de los desastres naturales.