México

Iglesia en México: “El incremento al salario mínimo sigue siendo insuficiente”

  • A través de la Dimensión de Pastoral del Trabajo, la Comisión Episcopal para la Pastoral Social aseguró que el salario mínimo en México es de los más bajos en América Latina, y con él es imposible mantener dignamente a una familia





Esta semana las autoridades mexicanas anunciaron que, a partir del 1 de diciembre, el salario mínimo (SM) aumentará de 80.04 a 88.36 pesos diarios. Si bien el SM se ha incrementado en un 41.7% desde el 2012 a la fecha, la pregunta sigue siendo: ¿puede un trabajador mantener a su familia con 2650.8 pesos mensuales (equivalente a 119 euros)?

Al respecto, José David Torre Moya, secretario ejecutivo de la Dimensión de Pastoral del Trabajo de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social (CEPS-Cáritas), explica que existen diferentes opiniones en cuanto al valor del SM en el país.

Por ejemplo –dice– de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), organismo que mide la pobreza en México, éste debería ser de 95 pesos para la compra de una canasta básica, dato que comparte la Confederación Patronal de la República Mexicana, mientras que la Conferencia de Trabajadores de México estima que debería ser de 100 pesos al día, y organizaciones sociales y actores políticos afirman que un SM real y verdaderamente digno sería ser de 180 pesos diarios.

Torres Moya afirma que el incremento de 41.7% en el SM beneficiaría sólo 1 millón 271 trabajadores en el país, pues la realidad es que la mayoría de los trabajadores no mide sus ingresos en salarios mínimos, por lo que estos aumentos pueden no necesariamente impactar en los salarios generales. “El SM sirve para asegurar, en lo legal, que nadie perciba menos de esta cantidad”, aclara.

Un aumento insuficiente

Para el secretario ejecutivo de CEPS-Cáritas, si bien este incremento al SM tiene un sentido social y se le ha dado una interpretación de triunfo parcial, debe quedar claro que esta medida no es producto de la benevolencia de las autoridades, sino del  resultado de las múltiples discusiones que líderes, organizaciones sociales y los mismos trabajadores han venido dando en los últimos años.

Refiere que el incremento al SM es un tema que se viene discutiendo desde hace tiempo con mayor seriedad, y parece que al momento se ha logrado presionar o incidir en mejores aumentos que los que se habían dado años atrás; por ejemplo, en el sexenio pasado, éste sólo creció 28 por ciento. “Lamentablemente –aseguró– no es suficiente, seguirá siendo el SM de México de los más bajos en América Latina, incapaz de mantener dignamente a una familia… Justo ahí radica una de las críticas para renegociar el TLC, porque con salarios tan bajos la competencia se vuelve desleal”.

Por un salario justo

Torres Moya justificó la opinión de la Iglesia en este tema al señalar que existen muchos elementos de la Doctrina Social de la Iglesia que insisten en que el salario de un trabajador es fundamental para sostener la vida digna que merece. “Benedicto XVI –abundó– haciendo eco de Laborem Exercens señaló que “los pobres son en muchos casos el resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano, bien porque se limitan sus posibilidades (desocupación, subocupación), bien porque se devalúan los derechos que fluyen del mismo, especialmente el derecho al justo salario, a la seguridad de la persona del trabajador y de su familia”.

También se refirió al Papa Francisco, quien con las siguientes palabras ha dicho que la explotación de los trabajadores es un pecado grave: “Dios pedirá cuenta a los esclavistas de nuestros días, y nosotros hemos de hacer todo lo posible para que estas situaciones no se produzcan más. El flujo del capital no puede determinar el flujo y la vida de las personas”.

Finalmente, el responsable de la Dimensión Episcopal de la Pastoral del Trabajo dijo que la Iglesia pide revisar el aumento general a los salarios; un aumento –dijo– que debe ser acompañado por un esfuerzo del gobierno, por ejemplo, con cambios en los impuestos al salario; un esfuerzo de los empresarios para ofrecer en algo su ingreso, y sacrificio en los trabajadores para mejorar su productividad.

Consideró que hoy más que nunca es importante impulsar el trabajo colectivo de responsabilidad compartida a través de emprendimientos solidarios, pues “el trabajo asalariado dificulta la corresponsabilidad de quien pone el capital y quien desarrolla el trabajo, y pocas veces se percibe como un trabajo de mutuo beneficio, sino como el poder que experimenta como el poder que ejerce el jefe sobre el empleado”.

 

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