(AICA) La fundadora de las Hermanas Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús es beata. La Madre Catalina de María Rodríguez fue beatificada en la mañana del sábado 25 de noviembre ante unas 20 mil personas. La celebración fue presidida por el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y enviado papal, cardenal Ángelo Amato, en el centro de la ciudad de Córdoba.
“Concedemos la facultad de que la venerable Sierva de Dios Catalina de María -en el mundo conocida como Josefa Saturnina Rodríguez- ejemplo ardiente del amor de Cristo y del servicio a los hermanos más necesitados, sea llamada beata de ahora en adelante”, leyó el purpurado el decreto en italiano firmado por el papa Francisco, que luego fue traducido a los presentes por monseñor Ricardo Araya, obispo de Cruz del Eje, donde el santo Cura Brochero vivió su ministerio y compartió la misión con la Madre Catalina.
A las 10.28 una gigantografía con la imagen de la nueva beata argentina fue desplegada al costado del altar y, en medio de vítores y aplausos de la multitud presente, se acercaron al altar las reliquias de la Madre Catalina. El relicario se confeccionó con una forma semejante a una custodia porque la beata Madre Catalina era Cristocéntrica, amante de la Eucaristía, y fue llevado por la hermana María Silvia Fiorentino ECJ, madre general de las Esclavas del Corazón de Jesús; la hermana Marita Barrionuevo ECJ y Emma Paulinelli, vicepostuladoras de la causa de beatificación; el hermano José Molina SJ, médico perito del milagro; Eugenia Valdéz, hija de Sofía Acosta, que recibió el milagro de la Madre Catalina y el presbítero Santos Moyano, sobrino tataranieto de la nueva beata.
El cardenal Amato indicó, además, que el Papa estableció que la memoria litúrgica de la Madre Catalina sea el 27 de noviembre “en los lugares y según los modos establecidos por el derecho”.
El arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos Ñáñez, agradeció al cardenal y al Santo Padre “en nombre de cuántos celebramos esta fiesta de la fe, el don de Catalina de María Rodríguez, beata”.
Para la distribución de la comunión en la misa se utilizó un centenar de copones, 40 elaborados por artesanos de Benín, África, donde está presente la congregación. El resto de los copones, que se usan en las celebraciones masivas, fueron puestos a disposición por la arquidiócesis de Córdoba. Además, fueron consagradas 50 mil hostias donadas por la comunidad de Santiago del Estero y por la diócesis de Río Gallegos, y 8.5 litros de vino mendocino.
El cáliz y copón dorado utilizados por el cardenal Amato y el arzobispo cordobés fueron traídos desde Mendoza y la restauración estuvo a cargo de familiares de la Madre Catalina. Ambos tienen la aplicación de la medalla del Sagrado Corazón de Jesús que las Hermanas Esclavas usan actualmente con el grabado “Beatificación Catalina de María 25 de Noviembre 2017”.
Al final de la celebración, el prelado cordobés agradeció a los que colaboraron con la beatificación, al papa Francisco, al cardenal Amato, a los cardenales Estanislao Karlic y Luis Héctor Villalba. En seguida, hizo mención de la presencia de la vicepresidente de la Nación, Gabriela Michetti, y del Secretario de Culto de la Nación, Santiago de Estrada. Estaban también la coordinadora general de Asuntos de Culto, Claudia Russo Bernagozzi, y el director nacional de Culto Católico, Luis Saguier Fonrouge, entre otros funcionarios nacionales y provinciales.
Entre de cientos de sacerdotes y diáconos, participaron Oscar Ojea, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina y obispo de San Isidro; Vincenzo Turturro, secretario de la Nunciatura Apostólica; y los arzobispos Carlos Ñáñez (Córdoba); Mario Cargnello (Salta); Juan Puiggari (Paraná); Jorge Lozano (San Juan de Cuyo); Carlos Sánchez (Tucumán); junto con los obispos Roberto Rodríguez (emérito de La Rioja); José Rovai (emérito de Villa María), José Arancibia (emérito de Mendoza); Adolfo Uriona (Villa de la Concepción del Río Cuarto); Luis Urbanc (Catamarca); Santiago Olivera (castrense); Sergio Buenanueva (San Francisco); Marcelo Colombo (La Rioja); Pedro Martínez Perea (San Luis); Marcelo Cuenca (Alto Valle del Río Negro); Vicente Bokalic (Santiago del Estero); Samuel Jofré (Villa María); Hugo Araya (Cruz del Eje) y los auxiliares Pedro Torres y Ricardo Orlando Seirutti (Córdoba) y Enrique Martínez Ossola (electo de Santiago del Estero).
“Intercede generosa e incansablemente por todos nosotros”
“La beata Catalina de María Rodríguez –afirmó el arzobispo Ñáñez– intercede generosa e incansablemente por todos nosotros y nos desafía a todos, especialmente a sus hijas las Hermanas Esclavas, a seguir sus huellas sin reparar en las dificultades, sino confiando en el amor misericordioso de Dios que se nos muestra en el Corazón adorable de su Hijo y nos mueve a servir a nuestros hermanos, especialmente los más frágiles y los más alejados”.
Por su parte, la hermana María Silvia Fiorentino agradeció a Ñáñez en nombre de toda la congregación y de la arquidiócesis, “no solo por su inestimable ayuda en esta beatificación sino por su cercanía y afecto durante todos estos días”. Y presentó un bastón hecho por la comunidad Rapanui. “Hago solemne entrega de este bastón porque a Él le entregamos nuestras vidas como Esclavas del Corazón de Jesús. El bastón solo es un símbolo, el que lo recibe debe servir y hacerse el más pequeño y, si es necesario, dar la vida como Jesús la dio por nosotros”, manifestó colocándolo a los pies de la Virgen María. Luego, leyó el mensaje del papa Francisco: “En este día de la beatificación quiero hacerle llegar mi sentimiento de alegría y la seguridad de mi cercanía en la oración”. El Pontífice agradeció particularmente a las hermanas de la congregación, fundada por la Madre Catalina, y recordó de manera especial a las mujeres entregadas “que lo dejaron todo en el seguimiento de Jesús”.
Para finalizar la celebración, el cardenal Amato realizó un envío misionero a quienes “comparten la misión de amar y reparar” de las Hermana Esclavas en diversas comunidades como las de la Isla de Pascua, la de la Comunidad Wichi y la de Benín, cada una con su particular carisma.
De esta manera y bajo un sol que templó a los miles de fieles que se acercaron a Córdoba desde todo el país, la Madre Catalina de María Rodríguez ya es beata.