En el tercer día de su viaje apostólico a Myanmar, y después haber presidido la misa esta mañana en el estado deportivo Kyaikkasan Ground hoy, miércoles 29 de octubre (a las 8:30 hora local, 3 h. de la madrugada en España), el papa Francisco ha empezado la tarde reuniéndose con el Consejo Supremo, o ‘Sangha’, de los monjes budistas en Myanmar.
El encuentro ha tenido lugar en el Kaba Aye Center de Rangún, conocido como la ‘Pagoda Mundial de la Paz’ y que es uno de los templos budistas más importantes del sudeste asiático. Allí ha sido recibido por Thura U Aung Ko, ministro de Asuntos Religiosos y de Cultura. Luego ha entrado en la sala de la reunión, descalzo como indica la tradición, y ha ha saludado al Venerable Bhaddanta Kumarabhivamsa, presidente del Consejo Supremo. Tras la intervención de este, en birmano, ha hablado Francisco.
En su discurso, pronunciado en italiano, el Papa ha agradecido la posibilidad de celebrar este acto porque visibiliza “los lazos de amistad y de respeto que unen a los budistas y a los católicos” y el compromiso de ambas religiones a favor de la paz, el respeto a la dignidad humana y “la justicia para todos los hombres y mujeres”.
“Las personas necesitan que los líderes religiosos den este testimonio común. Porque cuando hablamos con una sola voz (…), ofrecemos una palabra de esperanza”. Y un poco más adelante, insistía: “Sobre las bases de nuestras respectivas tradiciones espirituales, sabemos que existe un camino que nos permite avanzar, que lleva a la curación, a la mutua comprensión y al respeto. Un camino basado en la compasión y en el amor”.
El Papa ha aplaudido los valores del budismo (“paciencia, tolerancia, respeto por la vida y por el medio ambiente”) y, convencido de que hay que “superar todas las formas de incomprensión, intolerancia, prejuicio y odio”, ha hecho un paralelismo entre dos citas de Buda y de san Francisco de Asís: “Las palabras de Buda nos ofrecen a todos una guía: ‘Conquista al hombre airado mediante el amor; conquista al hombre de mala voluntad mediante la bondad; conquista al avaro mediante la generosidad; conquista al mentiroso mediante la verdad’. Son sentimientos parecidos a los que se expresan en la oración atribuida a san Francisco de Asís: ‘Señor, hazme instrumento de tu paz. Que donde hay odio, yo ponga el amor. Que donde hay ofensa, yo ponga el perdón. Que donde hay tinieblas, yo ponga la luz. Que donde hay tristeza, yo ponga la alegría’”.
“Que esta sabiduría –invitaba el Papa– siga animando todos los esfuerzos que se realizan para promover la paciencia y la comprensión, y para curar las heridas de los conflictos que a lo largo de los años han dividido a personas de distintas culturas, etnias y convicciones religiosas”.
Durante todo el viaje está realizando llamamientos para que se respete la dignidad de todos los ciudadanos, incluidas las minorías, algo de gran relevancia en un país donde el 90% de los habitantes son budistas, pero también hay cristianos, musulmanes, hinduistas, animistas…
En un nuevo mensaje en este sentido, hoy ha reclamado: “Los líderes civiles y religiosos tienen la responsabilidad propia de garantizar que cada voz sea escuchada”.
Y ha renovado Francisco el compromiso de la Iglesia católica para “avanzar en la paz, la seguridad y una prosperidad que incluya a todos. Ciertamente, para que estos esfuerzos produzcan frutos duraderos, se necesitará una mayor cooperación entre los líderes religiosos. A este respecto, deseo que sepáis que la Iglesia Católica es un interlocutor disponible”. Los encuentros entre budistas y católicos, ha asegurado, “son esenciales para profundizar en el conocimiento recíproco y afirmar los lazos que nos unen y nuestro destino común. La justicia auténtica y la paz consolidada se alcanzan solo cuando están garantizadas para todos”.
“Que los budistas y los católicos caminemos juntos a lo largo de este sendero de curación, y trabajemos hombro con hombro por el bien de cada uno de los habitantes de esta tierra”, finalizó.