Hoy jueves 30 de noviembre, último día de la visita apostólica de Francisco a Myanmar –hoy mismo viajará a Bangladesh–, el Papa ha celebrado la misa con los jóvenes en la Catedral de Santa María de Rangún.
A las 10:15 hora local (04:45 hora española), en un templo abarrotado por muchachos de Myanmar y de otros países, el Papa ha querido reconfontar, estimular y fortalecer la fe y el compromiso de los jóvenes, basándose en una cita de san Pablo: “¡Qué hermosos los pies de los que anuncian la Buena Noticia del bien!”.
“Sí, son hermosos vuestros pasos; vuestra presencia es hermosa y alentadora, porque nos trae ‘buenas noticias’, la buena nueva de vuestra juventud, de vuestra fe y de vuestro entusiasmo”, les ha dicho. Añadiendo que, a epsar de la injusticia, pobreza y miseria, es posible ver en ellos “un mensaje muy claro. Quiero que la gente sepa que vosotros, muchachos y muchachas de Myanmar, no tenéis miedo a creer en la buena noticia de la misericordia de Dios, porque esta tiene un nombre y un rostro: Jesucristo”.
Confirmados, el Papa ha enviado a los jóvenes a llevar a buena noticia, principalmente a los que sufren, a personas que necesitan “oraciones y solidaridad”, pero también “vuestra pasión por los derechos humanos, por la justicia y porque crezcan el amor y la paz que Jesús nos da”.
Tres preguntas
Basándose de nuevo en san Pablo, Francisco ha lanzado a los jóvenes “un desafío”, en forma de tres preguntas:
- “¿Cómo puede alguien creer en el Señor sin haber oído hablar de él?”: “Para que otros se sientan llamados a escucharlo y a creer en él, necesitan descubrirlo en personas que sean auténticas. Personas que sepan escuchar. Seguro que vosotros queréis ser genuinos. Pero solo el Señor os puede ayudar a serlo”. (…) “No tengáis miedo de aprender de vuestros propios errores”. (…) “Cultivad la vida interior, como cuidaríais un jardín o un campo”.
- “¿Cómo van a oír hablar de Jesús sin un mensajero que lo anuncie?”: “No tengáis miedo de hacer lío, de plantear preguntas que hagan pensar a la gente. Y no os preocupéis si a veces sentís que son pocos y dispersos. El Evangelio siempre crece a partir de pequeñas raíces. Por eso hacéos oír. Os pido que gritéis, pero no con vuestras voces, no, quiero que gritéis, para ser con vuestra vida, con vuestros corazones, signos de esperanza”.
- “¿Cómo puede haber un mensajero sin que sea enviado?”: “Jesús nunca nos manda sin caminar al mismo tiempo a nuestro lado, y siempre un poquito por delante de nosotros, para llevarnos a nuevas y maravillosas partes de su reino”. (…) “Cualquiera que sea vuestra vocación, os exhorto: ¡sed valientes, sed generosos y, sobre todo, sed alegres!”