En el 2008 los obispos mexicanos, a través de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social, (CEPS-Cáritas) publicaron el documento Esperanza de Vihda, una orientación pastoral que buscaba responder a los desafíos de esta enfermedad.
Con motivo del “Día mundial de la lucha contra el Sida”, que se celebra este viernes 1 de diciembre, CEPS-Cáritas asegura que ya desde entonces los obispos responsables de elaborar el documento advertían que los jóvenes eran los más vulnerables a la enfermedad, aseveración que –dicen– continúa vigente.
Para justificar lo dicho, la comisión episcopal a cargo del obispo de Nogales, monseñor José Leopoldo González, hace referencia a las estadísticas del Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH y Sida (Censida), que alertan que en México la población joven y productiva –de 15 a 34 años de edad– forma parte de los sectores más afectados por este mal, toda vez que en el primer semestre de 2017 se han registrado mil 247 casos notificados por contagio sexual en ese rango de edad, lo que representa el 55 por ciento en esa categoría.
Ignorancia y falta de atención
“A esto –agrega la CEPS través de un análisis publicado en su página web– hay que sumarle el desconocimiento de la enfermedad por parte de los portadores”, pues según Censida, desde 1983 hasta el segundo semestre de 2017 se acumularon 260 mil 815 casos, de los cuales 116 mil 592 ya fallecieron, es decir, el 40 por ciento de los afectados desconocía que era portador.
Por esta razón, para la Iglesia, el “Día mundial de lucha contra el Sida” constituye una oportunidad invaluable para retomar el tema que pusieron en la agenda los obispos en el 2008, pero no sólo con la exposición de cifras alarmantes, sino con una verdadera reflexión en torno a una enfermedad que excluye a quien la padece y afecta a la población más joven, principalmente “por el desconocimiento y la falta de atención”.
Tras ofrecer un breve panorama del documento Esperanza de Vihda, la CEPS afirma que actualmente el principal problema del VIH no es la enfermedad como tal, sino la exclusión, el estigma, la violencia y la discriminación que la rodea, lo que “atenta contra los derechos y dignidad del ser humano, y abona a una sociedad injusta y desigual”.
Ante este escenario, la Iglesia católica continúa promoviendo en la comunidad una mirada de comprensión, solidaridad y amor a las personas con VIH, hacia sus familias y comunidades, para así acompañarlas en la búsqueda de una vida digna. Esto, a través de una serie de compromisos que ofrece Esperanza de Vihda, con la finalidad de colaborar, desde la caridad y la justicia, con los esfuerzos de tantos hombres y mujeres de buena voluntad que buscan dar respuesta a esta realidad.
Reflexión, pero también compromisos
El primero de estos compromisos que propone la Iglesia es el de acompañar humana y cristianamente a quienes sufren a causa del VIH, evitando el señalamiento y la culpabilización.
También llama a apoyar e impulsar a las organizaciones comprometidas en la respuesta al VIH, principalmente a las que basan su trabajo en la fe, así como mantener actualizada la información para hablar con datos científicos sobre la enfermedad, y, de esta manera, luchar en contra de la promoción y sostenimiento de mentiras, distorsiones y mitos en torno a la epidemia y sus formas de contagio.
En el documento, los obispos también piden, entre otros puntos, no cerrar las puertas de los centros de oración, comunidades de fe, albergues, escuelas, centros comunitarios, iglesias, hospitales, a personas afectadas, ni discriminar, maltratar o abusar de las condiciones de vulnerabilidad emocional en que se encuentran.
Para la CEPS-Cáritas, estos compromisos que planteó la Iglesia hace algunos años para dar respuesta a uno de los males de los últimos tiempos, deben ser complementados ahora con nuevos documentos que ofrezcan esperanza y acciones reales y, sobre todo, al alcance, para poder frenar la propagación de esta enfermedad que sigue causando muertes en el país.