La Santa Sede ha publicado, en la mañana de hoy lunes 4 de diciembre, el mensaje del papa Francisco para la 55ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones 2018, que se celebrará el 22 de abril (IV Domingo de Pascua) y que lleva por título ‘Escuchar, discernir, vivir la llamada del Señor’.
El tema del mensaje viene al hilo de la próxima Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, en octubre del año que viene, que se centrará en los jóvenes, y más en concreto en la relación entre los jóvenes, la fe y la vocación.
Nada más iniciar el mensaje, Francisco recuerda que las vocaciones, ante todo, son una llamada de Dios a las personas, y que por tanto “no vivimos arrastrados por la casualidad”.
Los tres aspectos en torno a los cuales gira el mensaje son un recuerdo de la vida del propio Jesús y su misión, quien, como dice el Papa, “va a su sinagoga de Nazaret, y allí se pone a la escucha de la Palabra, discierne el contenido de la misión que el Padre le ha confiado y anuncia que ha venido a realizarla ‘hoy’”.
Este primer punto es clave para las vocaciones, ya que hoy en día, especialmente los jóvenes, “vivimos inmersos en una sociedad ruidosa, en el delirio de la abundancia de estímulos y de información que llenan nuestros días. Al ruido exterior, que a veces domina nuestras ciudades y nuestros barrios, corresponde a menudo una dispersión y confusión interior que no nos permite escuchar”.
Además Francisco recuerda que la llamada de Dios “no es tan evidente como las cosas que vemos cada día, nos llama de modo discreto sin coartar nuestra libertad”. Por ello mediante el silencio y la oración facilitamos la llamada del Señor, cuando “sabemos entrar en las profundidades de nuestro espíritu y abrirlo a la brisa divina”.
Igual que Jesús supo distinguir cuál era su misión en el templo, las vocaciones dependen de saber discernir, algo que la Iglesia ha definido como “proceso por el cual la persona llega a realizar, en el diálogo con el Señor y escuchando la voz del Espíritu, las elecciones fundamentales, empezando por la del estado de vida”.
Sin embargo, el Papa señala la importancia de la dimensión profética de las vocaciones: “El profeta sacude la falsa tranquilidad de la conciencia que ha olvidado la Palabra del Señor, discierne los acontecimientos a la luz de la promesa de Dios y ayuda al pueblo a distinguir las señales de la aurora en las tinieblas de la historia”.
Por todo ello, en el mensaje exhorta a toda la Iglesia a “leer desde dentro la vida e intuir hacia dónde y qué es lo que el Señor le pide para ser continuador de su misión”.
“La alegría del Evangelio, que nos abre al encuentro con Dios y con los hermanos, no puede esperar nuestras lentitudes y desidias; no llega a nosotros si permanecemos asomados a la ventana, con la excusa de esperar siempre un tiempo más adecuado; tampoco se realiza en nosotros si no asumimos hoy mismo el riesgo de hacer una elección. ¡La vocación es hoy! ¡La misión cristiana es para el presente! Y cada uno está llamado –sea en vida laical, sacerdotal, matrimonio…- a ser testigo del Señor aquí y ahora”, reclama Francisco.
Respecto a este punto, el Papa se muestra tranquilizador, pidiendo que “no tengamos miedo” de seguir las vocaciones, porque “es hermoso —y es una gracia inmensa— estar consagrados a Dios y al servicio de los hermanos, totalmente y para siempre”.
“No podemos esperar a ser perfectos para responder con nuestro generoso ‘aquí estoy’, ni asustarnos de nuestros límites y de nuestros pecados, sino escuchar su voz con corazón abierto, discernir nuestra misión personal en la Iglesia y en el mundo, y vivirla en el hoy que Dios nos da”, concluye el mensaje.