Preparan gran encuentro en memoria de la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano
En agosto de 2018 se cumplirán cincuenta años de la asamblea de obispos realizada en Medellín. El papa Pablo VI afirmó en su paso por Colombia que con la Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano comenzó un nuevo período de la Iglesia en el continente.
Hay quienes identifican dicho período con una creciente opción en favor de los pobres, el surgimiento de comunidades eclesiales de base y de proyectos de educación popular, el desarrollo de la Teología de la liberación y la solidaridad decidida de muchos cristianos con la búsqueda de justicia social en América Latina.
“Medellín se constituyó en el impulso de una nueva Iglesia, más profética y al lado del pueblo; comenzó también, así, una etapa difícil de incomprensión y tensiones en la misma Iglesia y, fuera de ella; de persecución y de martirio; de audacia, de heroísmo y de dolor”.
Varias organizaciones (que coinciden en lo anterior) se han propuesto hacer memoria del acontecimiento, con el fin de actualizar para el presente los planteamientos más importantes de los documentos conclusivos, producto de la asamblea.
Entre dichas organizaciones se encuentran DIPAZ, la Comisión Intereclesial por la Paz, la Mesa Ecuménica para la Paz, Fe y Territorios, CONPAZ, la Congregación Hermanas Misioneras de la Madre Laura, CIDEP y la Universidad Javeriana.
Junto al Servicio Internacional Cristiano de Solidaridad con los pueblos de América Latina (SICSAL), presidido por el obispo de Saltillo (México), Raúl Vera, y otras instituciones, tienen previsto realizar un gran encuentro entre el 27 y el 31 de agosto del año entrante en la capital antioqueña.
Pretenden construir un proceso de memoria histórica que permita visibilizar el antes, durante y después de Medellín, a fin de transmitir a las nuevas generaciones su importancia y comprender mejor el momento actual de la Iglesia Latinoamericana. Igualmente, discernir los nuevos signos de los tiempos, en el marco del pensamiento y testimonio de personas como monseñor Romero y del papa Francisco, para buscar orientación en su pensamiento y en las opciones señaladas en la asamblea, de cara a encontrar pistas pastorales para la actualidad.
Las diversas actividades que se desarrollarán previas al encuentro y en el marco del mismo pretenden poner en común, a la vez, experiencias pastorales, ecuménicas, educativas, populares y liberadoras, realizadas en las últimas cinco décadas, nacidas bajo la inspiración de Medellín, con el fin de enriquecer la acción de los cristianos y animar a mirar el futuro con audacia, esperanza y optimismo.
También es parte de los objetivos celebrar la vida de testimonio y martirio de las mujeres y los hombres que vivieron el espíritu evangélico de Medellín hasta sus últimas consecuencias para que, siguiendo sus huellas, también otros sean fieles al pueblo y a la Iglesia pobre para los pobres.
Según Carlos Angarita, una de las personas que participan de los preparativos de la conmemoración de los 50 años de la asamblea, es necesario que el cristianismo latinoamericano ponga de manifiesto cómo hoy el sujeto derrotado, aplastado y negado en múltiples procesos de construcción popular renace, vuelve, aún vive y se recrea, en medio de las precariedades contra las cuales luchan los empobrecidos del mercado.
A su parecer, uno de los principales desafíos para la Teología de la liberación consiste en actualizar el espíritu de fe agenciado por seres humanos esperanzados contra toda esperanza que intentan todavía afirmar su condición humana.