Una carta abierta. Este ha sido el formato elegido por los líderes cristianos en Jerusalén ante el anuncio del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de reconocer a la Ciudad Santa como la capital de Israel. “Estamos seguros de que tales medidas producirán un aumento del odio, el conflicto, la violencia y el sufrimiento en Jerusalén y en Tierra Santa, alejándonos del objetivo de la unidad y más profundo hacia la división destructiva”, sentencian de forma unánime los máximos representantes de las Iglesias católica y ortodoxa, así como los franciscanos, como custodios de Tierra Santa.
Aunque la misiva está firmada antes de que se hiciera el anuncio por parte del Gobierno de Estados Unidos, los clérigos ya lo daban por hecho. De ahí que hayan hecho un llamamiento a Trump para que recapacite su postura: “Le pedimos, señor presidente, que nos ayude a todos a caminar hacia más amor y una paz definitiva, que no se puede alcanzar sin que Jerusalén sea para todos”.
En esta misma línea advierten de que “cualquier cambio repentino causaría un daño irreparable. Confiamos en que, con el firme apoyo de nuestros amigos, israelíes y palestinos puedan trabajar para negociar una paz justa y sostenible, que beneficie a todos los que anhelan que la Ciudad Santa de Jerusalén cumpla su destino”.
Y es que, católicos y ortodoxos están convencidos de que Jerusalén puede ser “compartida y disfrutada en plenitud” por todas las comunidades religiosas, no solo las cristianas, siempre y cuando se ayude a “liberar los corazones de todas las personas que viven dentro de ella de las condiciones de conflicto y destructividad que están experimentando”. “Como líderes cristianos de Jerusalén, le invitamos a caminar con nosotros con esperanza mientras construimos una paz justa e inclusiva para todos los pueblos de esta Ciudad Santa”, añaden en su mensaje.