El Papa ha recibido esta mañana a los miembros de la presidencia de la Federación Luterana Mundial, tras finalizar el año de 500 aniversario de la Reforma Luterana, a los que ha dirigido un discurso.
Francisco ha recordado con especial alegría el momento de oración entre católicos y luteranos en octubre de 2016 en Lund, cuando comenzó el quinto centenario de la reforma luterana. “Era importante encontrarse ante todo en oración, porque no de proyectos humanos, sino de la gracia de Dios, el don de la unidad entre los creyentes brota y florece” ha dicho el Pontífice sobre aquel primer encuentro.
Siguiendo en la línea del poder de la oración, Francisco ha explicado que al rezar “nos ponemos en la perspectiva del Padre sin distinciones ni preferencias. Y en el Espíritu de Jesús, en quien oramos, nos reconocemos como hermanos. Es el punto desde el que comenzar siempre”. El Papa también ha agradecido a Dios “porque las divisiones, incluso muy dolorosas, que nos han visto distantes y opuestas durante siglos, en las últimas décadas se han combinado en un viaje de comunión, en el viaje ecuménico suscitado por el Espíritu Santo”. Se ha mostrado orgulloso de los avances en el diálogo entre la Federación Luterana y la Santa Sede, que dura ya 50 años, y que ha llevado incluso a la elaboración de textos conjuntos como la ‘Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación’ y el documento ‘De conflicto a comunión’ .
“Con la memoria purificada – ha continuado Bergoglio – ya podemos mirar a “ un futuro no cargado con los contrastes y los prejuicios del pasado; un futuro en el que pesa la única deuda de amor mutuo; un futuro en el que estamos llamados a discernir los dones que provienen de las diferentes tradiciones confesionales y acogerlos como patrimonio común.”
Como suele hacer, Francisco ha recordado que pese a las diferencias entre unos y otros, frente a las heridas del pasado hay una “realidad presente”, un bautismo que nos ha hecho a todos hijos de Dios y hermanos entre nosotros “por lo que nunca podemos permitirnos ser oponentes o rivales”.
También ha pedido que el buen ritmo del diálogo ecuménico no llame a engaño y “queramos pararnos a mitad de camino, o nos olvidemos de acompañar a nuestros hermanos”. En este sentido ha explicado que “Las buenas ideas no son suficientes para avanzar juntas hacia Él, pero tenemos que tomar medidas concretas. Sobre todo, esto significa gastar en caridad, mirando a los pobres, a los hermanos menores del Señor”.
Finalmente Francisco ha recordado que la unidad entre cristianos es algo indispensable, pues “¿cómo, de hecho, proclamar el Evangelio de la reconciliación, sin al mismo tiempo comprometernos a trabajar por la reconciliación de los cristianos?”. Tras esto, ha pedido al Espíritu Santo “que une lo que está dividido” que proteja el diálogo con los de Lutero.