La alegría de ser mujer

Reseña de la película Señorita María

La alegría de ser mujer

En busca de la señorita María, la cámara de Rubén Mendoza viajó por los quebrados caminos de las montañas andinas colombianas y se detuvo en el municipio de Boavita (Boyacá). Allí, siguió los pasos de una mujer trans, campesina y católica. Mendoza, también director del documental La sociedad del semáforo (2010) y de la película Tierra en la lengua (2014), fue galardonado como mejor director por Señorita María, la falda de la montaña, en el Festival de Cine de Cartagena de Indias (FICCI) y en el Festival de Cine de Locarno.

El documental revela en su recorrido la complejidad de una mujer que, pese a los prejuicios de quienes, en las palabras con las que la nombran cotidianamente, titubean entre “él” y “ella”, siente y sabe quién es y qué la hace feliz cada día. María Luisa se quiso llamar María como su madre, como su abuela y como la Virgen. También, como ellas, usa falda. De su padre poco sabe y quiere saber. Su sueño de la maternidad y su fe la sostienen. Ningún insulto sobre su identidad o rumor sobre su nacimiento, aunque la aflijan, la separan de la gente querida. Como miles de mujeres campesinas en nuestro país, todos los días se levanta de madrugada a ordeñar las vacas, a cortar la leña, a preparar los alimentos, a arar la tierra y a sembrar. A pesar de que la visión de muchos de sus conocidos está hecha de fabulaciones y distorsiones sobre lo que es ser una mujer trans, se impone, en la realidad, la fuerza de la vida comunitaria, tan necesaria en el campo. María Luisa participa de las procesiones, de las misas, comulga, ora y hace suya la alegría de Dios al verla, pues aunque muchos la vean fea, ella “brega” por verse linda, para los demás y para su Dios. Su actitud pone en jaque los estereotipos de género y la idea de la belleza.

Desde la infancia, todas las violencias se han cernido sobre María Luisa: en su casa, en la escuela, en el pueblo. Los niños que en Semana Santa llevan sobre sus hombros al Cristo crucificado son los mismos que se burlan de ella en la calle; pero la verdad de María Luisa prevalece y la hace libre del rencor: “no me ofenden a mí, ofenden es a mi Dios”, dice con una sonrisa serena. De las muchas imágenes bellas que regala la naturaleza de Boavita a este documental, un arcoíris sobre la figura de Maria Luisa, en medio de un cielo gris, pareciera ser la metáfora justa de lo que pretende decir el documental. Celebrando el nacimiento de Buena Suerte, la nueva cría de su vaca, y el tiempo de cosecha del maíz, la cámara se aleja por los caminos destapados por los que llegó. A la distancia, se ve a la señorita María alegre, recorriendo su montaña y llevando el fruto de su trabajo.

Ciertamente, esta es una obra cinematográfica que nos permite, más que ver, sentir cómo la fe en Dios, el trato armónico con naturaleza y la comprensión quebrantan los prejuicios.

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