Navidad 2017: “Ser parte de Cáritas es un gesto de solidaridad y de solución contra la pobreza”

centro de Cáritas en Siria para refugiados

La Navidad a la que nos acercamos es un buen tiempo para ser felices, y así nos lo dice no solo la publicidad, sino algo mejor: nuestra propia experiencia cuando nos reencontramos y encontramos con el otro. Por eso Cáritas Española vuelve a insistir en este momento –como lo viene haciendo en los últimos meses– en que el mejor regalo es uno mismo, darse uno mismo, “ser parte de la solución”.

Ese es el lema de la campaña de Navidad 2017 de Cáritas: ‘Sé parte de la solución contra la pobreza’, y la finalidad es aprovechar el tiempo de Adviendo y de Navidad para anunciar que es posible la esperanza, e invitar a los ciudadanos a participar en las acciones de la entidad eclesial contra la pobreza y la desigualdad.

O más concretamente: llamar a la solidaridad económica del mayor número de personas que sea posible, “para que se adhieran al compromiso de construir oportunidades para las personas más vulnerables”, piden desde Cáritas.

Porque todos estamos llamados a “ser parte” de la solución: “Ser parte de Cáritas es un gesto de solidaridad que implica un profundo compromiso y una apuesta por una sociedad más justa”.



Ese “ser parte” de la solución implica, además, “ser agente de escucha, acogida, acompañamiento y alivio de las personas y familias en riesgo de exclusión”, protegiendo su dignidad y garantizando “su acceso a los derechos humanos”.

En este 2017 que termina, unos 4 millones de personas se han beneficiado de los diferentes programas sociales y proyectos de cooperación de las 70 Cáritas diocesanas y 6.000 parroquiales, gracias a la inversión de 358 millones de euros.

Llamamiento de Adviento de Caritas Internationalis

reparto de alimentos de Cáritas en un campamento para refugiados en Grecia

Por otro lado, a nivel internacional, Caritas Internationalis quiere que este tiempo de Adviento sea un momento para “despertarnos de nuestro sueño”, “abrir nuestros ojos y corazones a la posiblidad de la esperanza” que supone el nacimiento de Jesús.

Un Jesús –y aquí hila el acontecimiento de la natividad del Señor con la actualidad– que vino al mundo “en las afueras de Belén, en la periferia o ‘zona desfavorecida’, como se diría hoy en día. La Sagrada Familia era una familia de migrantes. No hubo bienvenida para su madre embarazada y su padre cansado. Las puertas y los corazones quedaron cerrados para ellos. Poco después de su nacimiento, Jesús se convirtió en un refugiado. Temiendo por su vida, sus padres huyeron con él a Egipto”.

Así se relata en el llamamiento de Adviento firmado por el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, presidente de Caritas Internationalis, para conminar a toda la sociedad a participar en los proyectos concretos a favor de los migrantes y refugiados:

“El niño Jesús nos llama a mirar a los niños nacidos en los campamentos, en las fronteras, marginados de nuestras sociedades. ¿Nos atrevemos a abrir nuestras puertas? ¿Nos atrevemos a abrir nuestros ojos y corazones a esos niños? (…) ¿Decimos que no hay espacio en la posada? O bien, a medida que nuestros ojos se centran en un horizonte más amplio y brillante, ¿nos acercamos, abrimos nuestros brazos y nos ofrecemos a compartir el viaje con los migrantes y los refugiados?”.

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