“La paz real es aún insuficiente en la sociedad vasca sin la reconciliación social”. Así lo cree Juan María Uriarte, obispo emérito de San Sebastián. Y añade: “La reconciliación comporta no solo verdad, justicia y diálogo, sino acercamiento progresivo y perdón demandado y otorgado”. El prelado concede una amplia entrevista a El Diario Vasco en la que habla sobre ETA y la actualidad de la Iglesia cuando se cumplen 60 años de su ordenación sacerdotal. Tras seis años del cese definitivo de la violencia de ETA, considera que la situación de Euskadi es “sensiblemente mejor y con una convivencia pacífica que va dando pasos”. No obstante, admite que “persisten nudos que aún no se han desatado”.
Con respecto a la política penitenciaria, dice que “muchos la esperamos más acorde con el cambio producido, que aproxime a los presos hacia su lugar de origen y sea más humana con los presos gravemente enfermos”. Asimismo, “esperamos de ellos que se acojan a las medidas individuales previstas por la ley para mitigar o cancelar, según los casos, su situación penal”. Y añade: “Esperamos un reconocimiento del daño y del mal causado por ETA. También de parte del GAL, y otros grupos análogos”. ¿Son equiparables la violencia de ETA y la del GAL?, pregunta el periodista. “No deben equipararse. No es justo ningún intento de justificar la una por la otra ni de considerarlas como una compensación recíproca”, responde.
Uriarte se atreve también con Cataluña: “Ha faltado el diálogo a tiempo para encauzar una situación que evitara males mayores”, indica. Y a sus pares catalanes les reconoce “la preocupación por la unidad de su comunidad y por la cohesión de toda la sociedad catalana” que “les ha inducido a gestiones discretas y netas para procurar evitar lo que finalmente ha sucedido”. ¿Y su tarea ahora? “Restañar heridas de la convivencia provocadas o recrudecidas por el traumatismo vivido”, recalca.
El emérito de San Sebastián ve en el Papa “uno de los mayores regalos que el Espíritu Santo ha hecho a la Iglesia desde el Concilio Vaticano II”. Por ello, espera que “nos lo mantenga el tiempo suficiente para que el camino que él va abriendo sea irreversible y para que la ‘nieve vaticana’ vaya bajando de la ‘montaña al valle’ de muchas comunidades e instituciones eclesiales que necesitan purificación, reorientación evangélica y renovación apostólica”. Sobre la escasez de vocaciones hace una reflexión: “Hay algo que el Señor nos quiere recordar a través de esta crisis: que los seglares forman parte activa y corresponsable de la Iglesia para robustecerla por dentro y sembrar valores humanos y cristianos en la sociedad”. Pero detecta un problema: “Curas y obispos hemos reconocido esta vocación todavía solo a medias en la práctica”.
Poco se parece LABulligrafía –museo de El Bulli, el famoso restaurante del reconocido chef Ferran Adrià– a la iglesia de San Antón. Allí se reúne el Padre Ángel con el cocinero en un “encuentro impar” organizado por Papel, la revista de El Mundo. “¿Qué sientes cuando ves gente que pasa hambre?”. Es la pregunta que el sacerdote le hace al estrella Michelín. “Fatal, porque no puedo arreglarlo. Soy buena gente. El tema del hambre no está en la mano de una persona. Yo me siento mal con la injusticia…”, responde el chef, que se confiesa católico.
El Padre Ángel parafrasea a Cantinflas: “Yo no quiero que se acaben los ricos, yo lo que quiero es que se acaben los pobres”. En esa línea habla de sus restaurantes Robin Hood, donde “servimos comidas, pero también dignidad”. España es el séptimo país que más comida tira. Ante esta realidad el sacerdote propone “penar a la gente que tira la comida; lo mismo que se pena al que deja la caca del perro en la calle”. Y recuerda: “La solidaridad no es dar lo que sobra, es dar lo que se tiene”.
Al ser preguntados sobre cómo vivieron la crisis, el Padre Ángel indica que “en España se tuvieron que volver a montar comedores de auxilio social. Digan lo que digan hay malnutrición en los niños… Lo más tremendo fue ver a uno que se guardaba salchichas en los bolsillos. Creíamos que se lo llevaba para comer. Y no: era para dárselo al abuelo, que no había comido en todo el día”. Por su parte, Adrià dice que lo que más le ha impactado son las consecuencias. “Si analizas la historia de la Humanidad, siempre hemos ido a mejor. Menos ahora. ¿Por qué? El sistema ha fallado. Mis padres me enseñaron el valor del respeto, del esfuerzo… Todo esto que hoy no está dentro de la educación”, explica.
“Es necesario condenar todas las manifestaciones de falta de respeto hacia los altos cargos de nuestra República y las personas que los sostienen”. Así se expresa el presidente de la Conferencia Episcopal Polaca, Stanislaw Gadecki, ante el aumento de la tensión tras la designación del político de centroderecha Mateusz Morawiecki como nuevo primer ministro, según recoge The Tablet.
Gadecki ha instado a que se calme el “odio y los prejuicios” en la vida nacional, advirtiendo que corren el riesgo de dañar la imagen internacional del país. “Conscientes de posibles provocaciones dirigidas a distorsionar la imagen real de nuestra sociedad y a encender la oposición, debemos condenar explícitamente todos los actos de violencia dirigidos contra opositores políticos, representantes de otras religiones y naciones extranjeras”, indicó.
El arzobispo de Poznan dijo que “las discusiones, los debates y los intercambios de opinión” eran naturales en un estado democrático y contribuían a la “riqueza y el potencial intelectual” de Polonia. Sin embargo, advirtió que se necesitaba “respeto a las leyes y costumbres” para “la estabilidad en la amistad y la armonía”, y criticó los ataques contra el Gobierno de centroderecha del país. Al mismo tiempo, el arzobispo de Cracovia, Marek Jedraszewski, denunció a los políticos de izquierda tras la cancelación de una conferencia provida a causa de una manifestación: “No saben cómo respetar la vida humana, sus ideologías, a veces estridentes y vinculadas a la violencia física y mediática, están ganando”.