América

Muere el cardenal Bernard Law, a quien la sombra de los abusos persiguió hasta el final

  • Arzobispo de Boston entre 1994 y 2002, debió renunciar tras la denuncia del diario Boston Globe de que había encubierto a numerosos curas pederastas
  • Acogido en Roma por Juan Pablo II, donde ocupó puestos de honor, ha muerto precisamente en la Ciudad Eterna





Según ha confirmado el Vaticano en la mañana de este miércoles 20 de diciembre de 2017, ha muerto en Roma, a los 86 años, el cardenal Bernard Law, arzobispo de Boston entre 1984 y 2002, cuando se vio obligado a renunciar tras una investigación del diario Boston Globe (episodio ilustrado en la oscarizada película Spotlight, de 2016) que denunciaba que, bajo su mandato, el Arzobispado encubrió numerosos casos de abusos sexuales cometidos por sacerdotes, no informando a las autoridades y tomando como única medida su desplazamiento a otras parroquias.

En su momento, el cardenal Law fue uno de los principales rostros de la Iglesia estadounidense, viendo muchos en él un serio aspirante a suceder a Juan Pablo II en el papado. Precisamente, el Pontífice polaco fue su gran apoyo cuando la sombra de la sospecha se cernió sobre él, mostrando una total confianza en su inocencia.

Tras aceptarle finalmente la renuncia (a lo que se había negado en diferentes ocasiones en los meses anteriores), lo invitó a residir en Roma, otorgándole el gran honor de ser el arcipreste de la Basílica de Santa María la Mayor. Un hecho que levantó muchas ampollas en la Santa Sede y también en Boston, donde varios sectores criticaban lo que entendían que era una maniobra de esquivar a la Justicia estadounidense.

Participó en el cónclave de 2005

Se retiró en 2011, no habiendo sido cesado en ningún momento, por lo que mantuvo hasta el final su condición de emérito de Boston y de Santa María la Mayor. Residiendo en Roma ininterrumpidamente desde su llegada en 2002, en 2005 participó en el cónclave que, tras la muerte de Woytyla, eligió a Benedicto XVI.

El caso de Law fue paradigmático de una época que se empezó a dejar atrás desde el pontificado de Ratzinger y su famoso lema de “tolerancia cero”. Antes, como se reflejó también con toda crudeza en Irlanda y ahora empieza a comprobarse en Australia (siempre partiendo de la esencial presunción de inocencia), la estrategia en buena parte de realidades de la Iglesia en diferentes países de todo el mundo, cuando surgían sospechas de abusos cometidos por sacerdotes o religiosos contra menores, era desplazar a los primeros de comunidad y guardar silencio para evitar el “escándalo” entre el resto de fieles, lo que implicaba no socorrer a las presuntas víctimas ni denunciar los hechos ante las autridades civiles.

Ahora, bajo el impulso especial de Francisco y la Comisión para la Tutela de Menor, las cosas empiezan a cambiar. Aunque sea muy poco a poco y tratando de esquivar presiones y obstrucciones internas, como evidencian las dimisiones de las víctimas que pertenecían desde el inicio a dicho organismo vaticano.

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