La Navidad es un tiempo para compartir en familia y mirar hacia lo alto. Así, muchos rezan extendiendo sus manos y abajándose para sostener a los que tienen dificultades para hacerlo por sí mismos. Un claro ejemplo es lo que están haciendo estos días en la asociación Acoger y Compartir, que está recogiendo alimentos no perecederos para llenar un contenedor y hacerlo llegar, el próximo 3 de enero, a Puerto Príncipe, la capital de Haití.
Todos aquellos que quieran participar en esta campaña, pueden entregar su comida en dos parroquias madrileñas: en la de los Santos Apóstoles, en Boadilla del Monte, y en la del Santísimo Redentor, en la capital. También recogen directamente alimentos en las siguientes ciudades: Tomelloso (Ciudad Real), Tarancón (Cuenca), Zaragoza y Granada. Otra opción es dar una contribución económica a nombre del contenedor en la cuenta de Acoger y Compartir en La Caixa. Concretamente, todo lo recaudado irá a las escuelas de Fonfrede y Chateau, en el sur de Haití, y al orfanato Damabiah y la escuela san Gerardo, en Puerto Príncipe.
Como explica a Vida Nueva el responsable de la entidad, el religioso redentorista José Miguel de Haro, “el pueblo de Haití forma parte de esos más de ochocientos millones de seres humanos que en la actualidad pasan hambre”. De ahí que, pese a las dificultades, se consideren ante un reto que es “imposible de ignorar”.
“En Haití –prosigue De Haro– se unen la corrupción, los desastres climáticos o los abandonos de los pequeños pueblos, que dan un tono especial al hambre, tanto en las aldeas como en las ciudades más grandes. Es un hambre disimulada, aunque, cuando caminas por Puerto Príncipe, los pequeños te miran, ponen una mano sobre su corazón y con la otra se golpean la boca”.
Como insiste el redentorista, esta es una medida de urgencia, aunque anima a todas las partes implicadas a trabajar por una salida real y profunda que levante a la sociedad haitiana: “Sí, la solución es una cuestión política, pero, mientras, hay personas que no comen todos los días. Especialmente, los más pequeños. Hay que denunciar esta injusticia, pero sin permanecer pasivos, porque la malnutrición es una plaga generalizada. Y el nuevo Gobierno está más preocupado de organizar un ejército propio que de pagar a los profesores o acabar con la corrupción o el hambre. Mientras, más del cincuenta por ciento de la población vive en la pobreza extrema”.