La Iglesia de San Pablo es el único templo cristiano de Mosul donde se puede celebrar la eucaristía. A pesar de las estrictas medidas de seguridad, la parroquia acogió anoche la Misa del Gallo, la primera sin el Estado Islámico dominando la ciudad.
Un centenar de cristianos se reunieron en torno al altar. Fue el patriarca caldeo Louis Raphael Sako quien presidió la ceremonia acompañado del obispo sirio católico de Mosul Petros Mouche, y con la presencia del obispo sirio-ortodoxo Nicodemo Sharaf Daoud. Y no solo ellos estuvieron en la iglesia. Fueron muchos los musulmanes que quisieron apoyar a sus vecinos en este pequeño gran paso para volver a la normalidad. De hecho, también comienzan a verse -aunque tímidamente- los primeros árboles y luces de Navidad por algunos barrios.
“Nos hemos reunido aquí para orar por la paz y la estabilidad en esta antigua ciudad, en nuestro país y en todo el mundo”, señaló en la eucaristía el patriarca Sako, que hizo un llamamiento a los musulmanes “para que hagan escuchar sus voces, para extinguir la oscuridad del extremismo, la discriminación y el conflicto, para promover la paz, la tolerancia, el amor, la fraternidad y la dignidad”.
Regresar a casa
Las fuerzas iraquíes expulsaron al DAESH el pasado mes de julio. Desde entonces, los cristianos comienzan a respirar en la región, como expresó el padre Naim Shoshandy. Hace unos días en Madrid durante la presentación de la campaña de Navidad de Ayuda a la Iglesia Necesitada. “Queremos decirle al mundo que estamos aquí como cristianos”, explica el padre Thabet Habib, que acompaña a esta pequeña comunidad creyente de Mosul.
Antes de que el Estado Islámico se apoderara de la ciudad, se calcula que los cristianos en Mosul llegaban a los 35.000. La persecución brutal de los fundamentalistas provocó un éxodo que hizo pensar la posibilidad de que no quedara un solo cristiano en la zona.