Asia

Pizzaballa ante la crisis de Jerusalén: “Necesitamos una política verdadera y seria”

  • En su homilía en la Basílica de la Natividad en Belén, el administrador apostólico en Tierra Santa alertó de “una guerra en la que cada día el Herodes de turno combate para convertirse en ocupar más espacios”





Cuanto Tierra Santa se ve sumida en una nueva oleada de violencia, tensión e incertidumbre tras la proclamación de Jerusalén como capital de Israel por parte de Donald Trump, el administrador apostólico de Patriarcado Latino, Pierbattista Pizzaballa se ha dirigido a las autoridades precisamente para apelar a un responsabilidad a favor de la paz.

“Hoy más que ayer tenemos necesidad de una política verdadera y seria. A pesar de las desilusiones del pasado y de estos días no renuncien a tener esta mirada, sino que por el contrario, déjense provocar por el grito de los pobres y de los afligidos”, expresó durante la homilía en la misa de Nochebuena que celebró en la Basílica de la Natividad, en Belén. El máximo responsable de la Santa Sede en Tierra Santa lamentó que las relaciones internacionales se hayan convertido en “una lucha continua entre nosotros y alrededor de nosotros”.

Sin citar a dirigente alguno de forma explícita, Pizzaballa alertó de la existencia de “una guerra en la que cada día el Herodes de turno combate para convertirse en más grande, para ocupar más espacios, para defender posiciones y fronteras. Es desgraciadamente la historia de nuestros días”.

Así, invitó a los gobernantes a adentrarse en “la aventura de la paz y de la fraternidad, renunciando a la grandeza y al poder, inclinándose al servicio y al bien de los hermanos: la puerta de la humildad que introduce a la Basílica de la Natividad es también el ingreso de la verdadera grandeza”.

Menos cristianos

En esta misma línea llamó a la Iglesia a evitar la tentación de utilizar “las vías de la fuerza y del poder” ante la disminución del número de cristianos en la tierra de Jesús: “La ansiedad y el miedo podrían hacernos insensibles a aquel signo e inducirnos a transformar la Navidad en la simple fiesta de la identidad y de la consolación y a buscar por nuestra parte fuerza, poder, riqueza y posesión”.

Frente a ello, el prelado,  señaló cómo los creyentes “debemos ser signo discreto del poder del amor, humilde inicio de un reino de paz y de verdad, que vendrá no con las fuerzas de las armas sino con la conversión de la vida, presencia de compartir y de fraternidad, con débiles fuerzas mal entendidas y rechazadas, pero profecía y anuncio de la presencia de Dios mismos entre los hombres, porque aquello que es debilidad de Dios es más fuerte que los hombres”.

 

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