Cuando Cristóbal López llegó a Bolivia en 2011 para ser el nuevo provincial salesiano en el país, en los carteles de la aerolínea se leía el lema “Déjate llevar”. Desde 2003 había sido el responsable del centro de Formación profesional de Kénitra en Marruecos. Ahora volverá al país africano tras ser el provincial de la Inspectoría Salesiana española de María Auxiliadora –que comprende presencias de Cataluña a Canarias, con sede en Sevilla– desde 2014. Ese mismo lema lo encuentra ahora en los autobuses urbanos de la capital hispalense y le acompaña en su nuevo encargo: ha sido nombrado como nuevo arzobispo de Rabat.
“Ahora, una vez más, Dios me sale al encuentro a la vuelta de otra esquina, y me topeto con Él cara a cara, escuchando que me pide, en esta Navidad, “volver a nacer”, “salir de casa”, empezar casi de cero… y alargar mi “vida útil” hasta los 75 años”, ha escrito en una carta circular dirigida a toda la Familia Salesiana, titulada “sal de tu tierra”.
“En estado de shock”
Para el salesiano, esta nueva tarea supone un considerable cambio de vida, aunque reconoce haber vivido “varias experiencias anteriores semejantes” en vida misionera como el primer envío a Paraguay en 1984 desde Barcelona donde trabajaba entre los inmigrantes, o posteriormente la llegada a la comunidad salesiana en Marruecos, o su encomienda como provincial de Bolivia y el retorno a España. “Han sido todos inesperados, sorpresivos e interrumpiendo una etapa inacabada de trabajo, y sin petición ni búsqueda en absoluto de mi parte. Y el caso es que en todos esos lugares las cosas me han ido bien, por la gracia de Dios y con su ayuda”, ha confesado.
La noticia le llegó el 20 de diciembre mientras realizaba una visita de animación a la casa salesiana de Elche (Alicante), provocando un cierto “estado de shock” aunque había recibido los primeros indicios un mes antes en Roma. En su escrito, revela como “cuando el Sr. Nuncio Apostólico en Marruecos me habló y me dijo que el Papa me nombraba obispo, no supe, no pude, no quise decir “no”. Mi vida ha intentado ser siempre un “sí” a lo que Dios, a través de las mediaciones humanas, me ha ido pidiendo”. “Con agradecimiento y con la confianza de saber que no soy yo el que va, sino que es el Señor quien me lleva, quien conduce mi vida, a Quien yo intento preparar el camino, seguir y acompañar”, ha subrayado.
Una Iglesia del encuentro
El arzobispo electo ha querido compartir una serie de “sentimientos encontrados” que vive tras el nombramiento. Desde el temor que da el “respeto reverencial”, la “incapacidad para asumir la tarea que se me encomienda, el servicio que se me pide” unida al consuelo que viene de Dios o la “indignidad” de haber recibido esta encomienda.
Junto a estos, está la “alegría” de “volver a Marruecos”. Para él, “en la Iglesia que está en Marruecos viví mi fe durante casi ocho años: allí aprendí a apreciar lo pequeño e insignificante (¡pero muy significativo!) de la comunidad cristiana, a no valorar las cosas por las cantidades y los números, a descubrir la gratuidad de nuestro amor a ejemplo del de Dios, a evangelizar desde el silencio y el testimonio, a ver la Iglesia como el signo y el instrumento del Reino, pero sabiendo que el fin y el objetivo no es ella sino ese Reino de paz y de justicia”.
“El testimonio de oración de los musulmanes me estimuló a rezar más y mejor, considerándome, con todos los demás cristianos, orantes en medio de un pueblo de orantes”, escribe. Al recordad su experiencia en el país, recuerdo los momentos de “diálogo interreligioso a través de la amistad y el compartir la vida con muchísimos musulmanes”. “Sufrí con ellos el desastre de la violencia proveniente de sedicentes cristianos y musulmanes, con víctimas cristianas y musulmanas; padecí con ellos los desastres naturales de inundaciones y terremotos; celebré las fiestas musulmanas con ellos y ellos con nosotros las cristianas”, evoca, mientras señala que la Iglesia de Marruecos se define como una “Iglesia del encuentro”.
Un tren en marcha
Sucede al frente de la diócesis de Rabat al religioso de los Sagrados Corazones Vincent Landel, quien ha pedido para el arzobispo electo el “Espíritu de prudencia y audacia, el Espíritu de discernimiento y santidad, para gobernar la Iglesia confiada a él, y así permitir que la Iglesia universal aparezca más en este mundo como un signo de este inmenso amor de Dios para todos los hombres y mujeres de cualquier religión, cultura o nacionalidad”.
En Rabat, se prevé que el mes de marzo sea ordenado obispos. Mientras se mantendrá como inspector hasta el 31 de enero, fiesta de san Juan Bosco. Mientras, en su carta, Cristóbal López ha señalado que: “Quiero contar con el vicario general y los consejos episcopal y presbiteral tal y como están. Sé que me subo a un tren en marcha cuya dirección y destino están bien marcados y que mi función será peregrinar, como enseña el papa Francisco, en medio, delante y detrás del pueblo de Dios. En medio porque soy cristiano con ellos; delante, porque me toca guiar; detrás para que nadie se pierda ni se quede rezagado”.