Luego de concluir su servicio como obispo en Chiapas, el cual duró casi 27 años: 9 en Tapachula y 17 y medio en San Cristóbal de las Casas, el obispo Felipe Arizmendi Esquivel regresó a su diócesis de origen, Toluca, donde se dedicará principalmente “a escuchar a las personas en confesión y a dar asesoría espiritual”.
En su tradicional artículo semanal, Arizmendi se despidió de su grey y dijo estar contento porque Dios le concedió ver muchos buenos frutos, principalmente en la línea que dejó don Samuel Ruiz García, “de ser una Iglesia autóctona, liberadora, evangelizadora, servidora, en comunión y bajo la guía del Espíritu”.
Recalcó que pese a las diferencias humanas, psicológicas, eclesiales, teológicas y sociales, en la diócesis que ahora ha quedado a cargo de monseñor Rodrigo Aguilar, se fue creando un ambiente de fraternidad y de respeto entre las diferentes tendencias eclesiales y en la misma sociedad. “Una de mis preocupaciones fundamentales fue promover la unidad en la diversidad”, señaló.
Consolidación de una Iglesia autóctona
De manera particular, Arizmendi destacó los avances en la consolidación de una Iglesia autóctona. Resumió: “Todos los diáconos permanentes, las y los catequistas son chiapanecos, la mayoría indígenas; casi todos los servidores son nativos de estas tierras; aumentan las religiosas originarias de aquí; casi todos los seminaristas son locales, y más de la mitad indígenas; aumentan los sacerdotes procedentes de parroquias nuestras, y ya son 12 los sacerdotes indígenas, algunos de los cuales ocupan cargos de dimensión diocesana. El proceso del diaconado permanente en ambiente indígena recibió la aprobación de la Congregación para el Clero”.
Dejó en claro que este caminar hacia una inculturación se hizo en comunión con Roma y con la Conferencia del Episcopado Mexicano, al tiempo que destacó el afianzamiento del Seminario Diocesano, sobre todo por el aumento de vocaciones. “En este curso –detalló– empezamos con 71 alumnos: 24 en Teología, 11 en Filosofía, 14 en el Curso Introductorio y 22 en el Menor. La pastoral juvenil y vocacional da sus frutos”.
Promoción de la mujer y de los indígenas
El Obispo Emérito de San Cristóbal de las Casas también reconoció el trabajo apostólico de muchísimos fieles laicos en los diferentes servicios parroquiales y diocesanos, y recordó que en todo momento se apoyó la promoción y defensa de la mujer y de los indígenas, para que ocupen su lugar en la sociedad y en la Iglesia.
Señaló que se hizo también un gran esfuerzo por dar una atención integral a los miles de migrantes que pasan por el territorio, para lo cual se construyeron varios albergues, y se promovió una pastoral integral de la Madre Tierra, para proteger la Casa Común. En este sentido, refirió que la diócesis ha acompañado los procesos de los pueblos, para lograr el respeto a sus tierras y a sus derechos, promoviendo su participación activa en los actos de fe y denunciando las injusticias. “Se avanzó también en un sano ecumenismo con personas de otras confesiones cristianas”.
Aún falta mucho por hacer
Sin embargo, Arizmendi reconoció que aún persisten muchas situaciones de pobreza y marginación, y falta mucho por hacer para su promoción integral, tanto por parte de los gobiernos, como de la sociedad y de la misma Iglesia. “Persisten –dijo– en algunos sectores de la sociedad, actitudes de no aceptación de corazón hacia los indígenas y no comprensión de sus culturas. Todavía hay racismos y discriminaciones. Se van perdiendo idiomas y buenas costumbres. La nueva cultura mediática invade y desequilibra toda su vida personal y familiar”.
Aseguró que le duele de manera particular el desplazamiento de cientos de indígenas pobres del municipio de Chalchihuitán, así como las divisiones políticas y el deterioro de la democracia en el estado. Lamentó también la desintegración familiar y social, y que muchos adolescentes y jóvenes vaguen sin rumbo de vida, lo que los orilla a frecuentes casos de suicidio. De igual forma, cuestionó que el alcoholismo y la drogadicción tengan campo abierto en la región, sin normas eficaces que regulen su uso y venta.
Finalmente, tras parafrasear al papa Francisco, quien ha dicho que “los discípulos de Jesús no deben buscar título de honor, de autoridad o de supremacía y poner las cualidades que han recibido del Padre celeste al servicio de los hermanos”, Felipe Arizmendi pidió las oraciones del pueblo de Dios para que pueda dar un buen servicio en esta otra etapa de su ministerio episcopal: “me pongo a sus órdenes en lo que pueda servirles. Viviré en una casa de la diócesis, junto al Seminario y a la Casa de la Sagrada Familia en Toluca”, concluyó.