La Franja de Gaza ha sido el punto de partida de la visita de los obispos que forman la Coordinación de Tierra Santa –entre los que se encuentra el de Urgell, Joan Enric Vives–. En la parroquia de la Santa Familia, los prelados han escuchado el testimonio de varios jóvenes, que les han lanzado una petición: “Ayudadnos a permanecer en nuestra tierra”.
Solo 138 católicos quedan en el territorio. Y los jóvenes se van desde que tienen la oportunidad, porque “no tienen trabajo, libertad ni derechos”, denuncia el párroco, Mario Da Silva. “Lo único que queremos es tener un trabajo y la posibilidad de formar una familia cristiana”, explica a SIR Rami Tarazi, un joven desempleado de 24 años. “Somos una minoría –continúa–, la situación política y social no nos ayuda. Hay muchas asociaciones cristianas involucradas en proyectos de inserción laboral, pero no es suficiente. No hay lugar para nosotros”.
En la actualidad hay alrededor de dos millones de habitantes en Gaza, con una media de edad que no llega a los 18 años. Una joven población que no ve futuro y por ello se ve abocada a emigrar. De hecho, en los últimos seis años, casi 700 cristianos han abandonado estas tierras. “No queremos resignarnos al muro que nos rodea y a la falta de libertad. La voluntad de permanecer aquí es fuerte, pero necesitamos ayuda material y espiritual”, subrayó el párroco y religioso del Instituto del Verbo Encarnado.
“Solo reclaman derechos de forma pacífica”
“La democracia no se adquiere ni se impone, es un proceso que madura y aquí esto todavía no ha sucedido”. Es la visión del arzobispo de Túnez, Ilario Antoniazzi. En la última semana, los enfrentamientos han causado el arresto de 803 personas, 97 policías heridos, 87 vehículos dañados y algunos cuarteles policiales incendiados, según recoge Vatican News.
Ya han pasado siete años del final del régimen de Zine el-Abidine Ben Ali que hizo soñar a la gente con la democracia. Sin embargo, el trabajo y el Estado de bienestar sigue sin ser una realidad. Aunque Ben Ali dejó el país, los problemas no terminaron, por el contrario, la vida se hizo más difícil, explica el prelado. Y continúa: “La economía está en serias dificultades: alta inflación, aumento del desempleo, devaluación de la moneda y crisis de importación”.
El prelado denuncia que los jóvenes son quienes pagan el precio más alto de esta crisis. Ellos representan al 60% de la población y no tienen oportunidades laborales. “Reclaman derechos y lo hacen de forma pacífica, pero la infiltración de delincuentes crea desorden y destrucción y le da al país una imagen equivocada”, asevera. Y añade: “Solo hay sed de democracia, pero, por desgracia, no se sabe lo que es en la práctica”.
“Siguen hablando como si Francisco no fuera papa”
“Muchas veces se supone que todos los que tienen alguna tarea en instituciones católicas están ejecutando órdenes del Papa cada vez que hablan. Sin embargo, esto ni siquiera ocurre con los cardenales del Vaticano, ya que siguen pensando y hablando como quieren, como si Francisco no fuera papa”. Así de claro se expresa el arzobispo rector de la Universidad Católica Argentina, Víctor Manuel Fernández, en un artículo publicado el domingo 14 de enero en La Nación, bajo el título ‘Las erróneas interpretaciones del mensaje del Papa’. Y va más allá con una cuestión: “¿Acaso no nos preguntamos muchas veces por qué no se sacaba de encima al cardenal Müller, quien no ocultaba una línea de pensamiento muy diferente e incluso lo criticaba? Y miremos al cardenal Sarah, que sigue proponiendo volver a celebrar la misa de espaldas al pueblo.
El arzobispo utiliza esta argumentación para zanjar otro tema: el Papa no tiene portavoces en Argentina y “no está todo el día pensando en Macri”. Y lo dice porque en los últimos días, diversas noticias aparecidas en la prensa del país le atribuían a Francisco ciertas intenciones políticas. “Si uno leyera este hecho con la misma imaginación, podría deducir que hay un plan organizado de desprestigio. Pero es más adecuado pensar con la mente en frío y otorgar el beneficio de la duda”, sostiene Fernández.
“No es realista decir que alguien, por ser asesor o consultor de una oficina vaticana, como es Justicia y Paz, esté marcando o representando el pensamiento del Papa sobre temas sociales”, explica en relación a las declaraciones de Juan Grabois contra Macri. Y es que “hoy, con Francisco, la Iglesia goza de una inédita libertad de expresión y no es necesario estar pensando qué diría el Papa para poder opinar. Ahora muchos católicos pueden tratar irresponsablemente a Francisco de hereje o de cismático, sin que les llegue siquiera un pedido de aclaración desde el Vaticano. Pocos años atrás recibíamos sanciones graves por mucho menos”.