A las 16:00 hora local (20:00 hora española) de hoy martes 16 de enero, primer día de la visita papal a Chile, Francisco ha llegado al Centro Penitenciario Femenino de San Joaquín, donde ha visitado a 500 reclusas, algunas de ellas acompañadas por sus hijos.
Allí les ha dirigido un emotivo discurso, tras escuchar varias canciones del coro que han formado y el testimonio de una de ellas.
Primero ha tomado la palabra la hermana Nelly León, responsable de Pastoral, que agradeció la visita del Papa, que “confirma el camino que hacemos desde la cárcel a la libertad, desde el dolor hacia la alegría”.
Tras ella, ha hablado la reclusa Janeth Zurita, quien ha ofrecido su testimonio como presa, aún más duro por su maternidad. Zurita se ha mostrado esperanzada, y ha agradecido los proyectos de Espacios Mandela y la Fundación Mujer Levántate que las ayudan a levantarse y mirar hacia delante, a pesar de lo duro de su vida. Finalmente, ha pedido perdón en nombre de las reclusas a todos aquellos a los que hicieron mal con su delito.
Francisco le ha agradecido sus palabras, especialmente el momento en el que ha pedido perdón por el mal causado. “¡Cuánto tenemos que aprender de esa actitud tuya llena de coraje y humildad!” ha dicho el Pontífice.
Como ha hecho otras veces, ha recordado que todos somos pecadores con una pequeña pregunta: “Siempre en las homilías digo ‘aquí todos somos pecadores. ¿Alguien no lo es? ¡Que levante la mano!’, pero nadie se atreve a levantarla”.
A raíz de esto, el Papa ha recordado cómo Jesús “nos invita a no dividir entre buenos y malos, sino asumir la fragilidad, los límites e incluso el pecado para salir adelante”.
“A la entrada me han dado la bienvenida madres con sus hijos. Qué bien se puede pensar en estas dos palabras, madre e hijos”. Así ha comenzado el Papa el núclero su discurso, centrándolo en estas dos palabras. Recordando que muchas de ellas son madres las ha felicitado por haber sabido gestar una vida, y ha señalado que la maternidad “no es un problema, es uno de los dones más maravillosos que hay”. Ha sido entonces cuando les ha pedido algo.
“Tienen ustedes un desafío parecido, gestar vida, gestar futuro, (…) por ustedes, por sus hijos, por toda la sociedad, ustedes las mujeres tienen una capacidad increíble para salir adelante. Apelo a ella.” Francisco estaba hablando por supuesto de la reinserción en la sociedad, tema sobre el que volvería más tarde y de forma más explícita.
“Estar privadas de libertad no es sinónimo de perdida de sueños y esperanzas, aunque sea duro. No es lo mismo que estar privado de dignidad”, ha continuado. desenfadadamente ha citado el famoso tango ‘Cambalache’ –”Dale nomás, todo es igual, que hasta en el horno nos vamos a encontrar”–. ¡Esto no es así! ¡No! Cada esfuerzo da su fruto“, tras lo que el auditorio ha prorrumpido en risas y fuertes aplausos.
Retomando el hilo, ha proseguido con la palabra ‘Hijos’. “Son fuerza, esperanza, estímulo, el recuerdo vivo de que la vida se construye para delante y no para atrás”. Ha recomendado a las reclusas que miren hacia el horizonte de la reinserción porque “Una condena sin futuro no es una condena humana es una tortura (…) por eso las invito a esforzarse en los proyectos de reinserción”.
En este punto ha comentado brevemente el pasaje del Evangelio de la hija de Jairo. Ha explicado cómo e burlaban de Jesús por decir que la niña estaba dormida y no muerta, y la actitud tan diferente que mostró Él, cómo fue hasta ella y le dijo “te lo ordeno, levántate. Esto es signo vivo de que Jesús entra en la vida de cada uno y va más allá de la burla, no da batallas por perdidas. Qué bueno que haya cristianos y gente de buena voluntad de cualquier confesión que sigan Sus huellas y se animen a ser signo de esa mano amiga que levanta”.
Ha insistido en la idea de la reinserción, exhortando a las presentes a esforzarse en ella, y recalcando que “la reinserción es una obligación de la sociedad ¡Una obligación!“. Pero cada una con su proceso personal, unas tardarán más y otras menos, unas irán por un camino y otras por otro, pero reinserción, exíjanlo”. Ha concluido.
Tras esto, ha alabado el trabajo de los programas de reinserción y ha pedido más esfuerzo de todos en ellos, además de aplaudir la labor de los funcionarios de prisiones y la de los voluntarios de pastoral.
Finalmente ha bendecido a todos los presentes y sus familias, y les ha encomendado a la protección de la Virgen.