En este su primer viaje a Chile, el papa Francisco ha presidido, hoy martes 16 de enero, la santa misa. Miles de fieles le esperaban desde hacía horas en el Parque O’Higgins y han participado en la eucaristía, que ha transcurrido en un clima de celebración serena.
El Papa llegó hacia las 10:00 hora local (14:00 hora española), después de su encuentro con las autoridades, representantes de la sociedad civil y el cuerpo diplomático, ante los que ha defendido la necesidad de seguir trabajando por la democracia y ha vuelto a pedir perdón por los abusos sexuales perpetrados contra menores por parte de ministros eclesiales.
Subido en el papamóvil, Francisco saludó a los miles de fieles congregados, recorriendo el recinto donde ya Juan Pablo II había presidió la misa en su visita apostólica hace 30 años.
Hoy, en un altar presidido por la imagen de la Beata Virgen María del Carmelo, Bergoglio centró su homilía en el evangelio de las bienaventuranzas.
Qué no son las bienaventuranzas
“Las bienaventuranzas –comenzó el Papa– no nacen de una actitud pasiva frente a la realidad, ni tampoco pueden nacer de un espectador que se vuelve un triste autor de estadísticas de lo que acontece. No nacen de los profetas de desventuras que se contentan con sembrar desilusión. Tampoco de espejismos que nos prometen la felicidad con un clic, en un abrir y cerrar de ojos”.
Un poco más adelante, añadía: “Las bienaventuranzas no nacen de actitudes criticonas ni de la ‘palabrería barata’ de aquellos que creen saberlo todo pero no se quieren comprometer con nada ni con nadie, y terminan así bloqueando toda posibilidad de generar procesos de transformación”.
Qué sí son las bienaventuranzas
Por el contrario, “las bienaventuranzas nacen del corazón compasivo de Jesús”, alentó. Un “corazón compasivo” que se encuentra “con el corazón de hombres y mujeres que quieren y anhelan una vida bendecida; de hombres y mujeres que saben de sufrimiento; que conocen el desconcierto y el dolor que se genera cuando ‘se te mueve el piso’ o ‘se inundan los sueños’ y el trabajo de toda una vida se viene abajo; pero más saben de tesón y de lucha para salir adelante; más saben de reconstrucción y de volver a empezar”.
“¡Cuánto conoce el corazón chileno de reconstrucciones y de volver a empezar; cuánto conocen ustedes de levantarse después de tantos derrumbes! ¡A ese corazón apela Jesús; para ese corazón son las bienaventuranzas!”.
Y a modo de resumen, el Papa insistió: “Las bienaventuranzas nacen del corazón misericordioso que no se cansa de esperar”. Y si en Colombia Francisco llegó a citar al cantante Juanes, aquí no podía menos que citar al gran Pablo Neruda: “La esperanza ‘es el nuevo día, la extirpación de una inmovilidad, el sacudimiento de una postración negativa'”.
Bienaventurados y felices
El mensaje de esperanza que es uno de los ejes de esta visita apostólica lo ha fijado Francisco en esta intervención: “[Jesús] viene a extirpar la inmovilidad paralizante del que cree que las cosas no pueden cambiar, del que ha dejado de creer en el poder transformador de Dios Padre y en sus hermanos, especialmente en sus hermanos más frágiles, en sus hermanos descartados. Jesús, al proclamar las bienaventuranzas viene a sacudir esa postración negativa llamada resignación que nos hace creer que se puede vivir mejor si nos escapamos de los problemas, si huimos de los demás; si nos escondemos o encerramos en nuestras comodidades, si nos adormecemos en un consumismo tranquilizante”.
- “Las bienaventuranzas son ese nuevo día para todos aquellos que siguen apostando al futuro, que siguen soñando, que siguen dejándose tocar e impulsar por el Espíritu de Dios”.
- “Bienaventurados ustedes que se dejan contagiar por el Espíritu de Dios y luchan y trabajan por ese nuevo día, por ese nuevo Chile, porque de ustedes será el reino de los cielos”.
- “Bienaventurados los que se comprometen por la reconciliación“.
- “Felices aquellos que son capaces de ensuciarse las manos y trabajar para que otros vivan en paz”.
- “Felices aquellos que se esfuerzan por no sembrar división”.
- “¿Quieres dicha? ¿Quieres felicidad? Felices los que trabajan para que otros puedan tener una vida dichosa. ¿Quieres paz? Trabaja por la paz”.
“¡Sembrar la paz a golpe de proximidad, de vecindad! A golpe de salir de casa y mirar rostros, de ir al encuentro de aquel que lo está pasando mal, que no ha sido tratado como persona, como un digno hijo de esta tierra. Esta es la única manera que tenemos de tejer un futuro de paz, de volver a hilar una realidad que se puede deshilachar”, remató Francisco.
Palabras del cardenal Ezzati
tomó la palabra el cardenal salesiano Ricardo Ezzati. El también arzobispo de Santiago rememoró el difícil momento que le tocó vivir a Juan Pablo II cuando celebró la misa “en este mismo lugar” hace 30 años, “mientras las bombas lacrimógenas intentaban aplacar el ánimo de la gente” y “la provocación y la sinrazón intentó pintar de gris la alegría de todo un pueblo”.
Seguía Ezzati recordando a Wojtyla: “En este lugar se escuchó fuerte y vigorosa la palabra de un profeta enviado por Dios gritando ‘El amor es más fuerte. El amor es más fuerte’“. “Hoy es usted el sucesor de Pedro, quien nos ha presidido, invocando para Chile el don de la amor, la justicia y la paz. Le damos gracias porque de sus labios hemos escuchado la voz de Jesús: ‘Mi paz os dejo’, y nos ha invitado a hacernos don de esa paz”.