En el primer día de la visita del papa Francisco a Chile, el martes 16 de enero, ha quedado manifiesto el entusiasmo, a veces el fervor que provoca. La tarde anterior, en su traslado desde el aeropuerto a la Nunciatura, lugar de su hospedaje, las calles tenían gente, aunque no tanta como se esperaba; tal vez por el cambio de itinerario que se anunció poco antes. Esto cambió el martes, cuando veredas atestadas enmarcaron cada traslado del Papa.
Alejados del escenario donde se movía Francisco, ocurrían manifestaciones en algunos casos duramente reprimidas por Carabineros (la Policía chilena). Organizaciones sociales que reclaman cambios en el país aprovecharon esta ocasión para dar visibilidad a sus peticiones pretendiendo llegar hasta el Parque O’Higgins, donde se celebraba la Misa.
También quienes reclaman el cambio del obispo de Osorno, Juan Barros, acusándolo de complicidad y encubrimiento del abuso de su mentor Fernando Karadima, lanzaron globos negros al paso del papamóvil.
Los medios de comunicación se han hecho eco de críticas a la presencia del obispo Barros en la Misa, compartiendo con el Papa, siendo que este en su primera intervención pública, en La Moneda, expresó el “dolor y vergüenza que siento ante el daño irreparable causado a niños por parte de ministros de la Iglesia”. Y a continuación pidió perdón: “Me quiero unir a mis hermanos en el episcopado, ya que es justo pedir perdón y apoyar con todas las fuerzas a las víctimas, al mismo tiempo que hemos de empeñarnos para que no se vuelva a repetir”.
Juan Carlos Cruz, víctima de abuso por parte del sacerdote Karadima, es uno de quienes considera insuficiente lo que hace la Iglesia y denuncia que aún siguen en funciones obispos de quienes se sospechan conductas de encubrimiento, al menos. Al conocer las expresiones del Papa declaró: “Basta de perdones y más acciones. Los obispos encubridores ahí siguen. Palabras vacías. Dolor y vergüenza es lo que sienten las víctimas” y tuvo duras palabras para Barros a quien denuncia como testigo del abuso del que él fue víctima.
La esposa del expresidente Eduardo Frei, Marta Larraechea, también tuvo duras expresiones: “Barros participa de la ceremonia en Parque O’Higgins, qué vergüenza, ¿de qué pide ‘disculpas’ el Papa?”, expresó en Twitter. Y agregó: “No le creo nada, dice una cosa y hace otra”.
Por su parte el jesuita Felipe Berríos, comentarista del canal de televisión Chilevisión para toda la visita del Papa, manifestó que “es una provocación la presencia de Barros entre los obispos”. Y agregó: “Yo creo que con todo lo que ha dicho el Papa, [Barros] debió haber tenido una cierta dignidad de no haber ido. Deja al Papa en una situación difícil. Es violento para mucha gente que esté ahí. A mí me violenta porque contradice todo lo que dijo en Papa en La Moneda”.
Finalmente concluyó con información adicional para un público que posiblemente no conocía bien el tema: “Karadima representa la Iglesia del clasismo, de la prepotencia y de los abusos de poder y sexuales. Él fue secretario y estuvo con él muchos años. Es falta de delicadeza no renuncie, que se presente junto al Papa… Al Papa y a los obispos los deja en una situación muy incómoda, a nosotros los curas nos deja en una situación que me molesta, me molesta tener que estar hablando de él”, dijo.
El miércoles será otro día. El Papa estará en Temuco, frente al difícil tema mapuche y a las persistentes quemas de templos, incluso en estos días previos a su llegada a esa región. Tal vez se sume otra controversia en una visita con fuerte carga emotiva que está generando entusiasmo en muchos y también críticas en otros.