Este jueves, 18 de enero, concluye el encuentro anual que celebran la Coordinadora de las Conferencias episcopales para la Iglesia en Tierra Santa y la Asamblea de Obispos Católicos de Tierra Santa en apoyo a los cristianos que viven en Israel y Palestina. Un encuentro que, desde el día 12, ha reunido a representantes de 12 conferencias episcopales en Jerusalén, Belén, Emaús y Gaza.
Representando a la Conferencia Episcopal Española han participado el arzobispo de Urgell, Joan Enric Vives y el director de la Oficina de información, el sacerdote José Gabriel Vera. El encuentro concluirá con un comunicado final firmado por los obispos participantes.
La esperanza en los jóvenes
En la edición de este año, los jóvenes cristianos han tenido un protagonismo especial, como preparación a la próxima asamblea del Sínodo de los Obispos dedicado a “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. Y es que los prelados han podido encontrarse, de primera mano, “con los jóvenes, los cristianos que viven en Gaza aunque también con los judíos y musulmanes de otros lugares de la Tierra Santa para descubir lo que llevan en el corazón”, declara a Vida Nueva Duarte Nuno Queiroz de Barros da Cunha, secretario general del Consejo de las Conferencias Episcopales Europeas (CCEE).
“En el sufrimiento hemos encontrado jóvenes soñadores que son, a la vez, muy realistas”, señala da Cunha. Los jóvenes de Tierra Santa “están llenos de esperanza, saben que tienen que seguir avanzando, no pueden conformarse con los problemas que han heredado, saben que hay que dialogar, que hay que suscitar encuentros…”, aunque, lamenta, “muchos tienen problemas, no tienen trabajo y ven el futuro como puerta cerrada y solo esperan inmigrar como forma de huir del sufrimiento”.
Los prelados han podido compartir algunos momentos con los alumnos de los centros educativos vinculados al Patriarcado Latino –visitando las escuelas de Beit Jala, Beit Sahour y Belén L’Arche–, con los estudiantes de la Universidad hebrea de Jerusalén, la Mor Jewish High School judía o el colegio Schmidt en Jerusalén que acoge a cristianos y musulmanes que pueden estudiar un Bachillerato internacional.
Particularmente significativa ha sido, para el secretario, la celebración de la eucaristía del domingo en la parroquia de la Sagrada Familia de Gaza. “Una parroquia normal, con una labor muy bonita pero muy difícil”, señala el secretario. “Los jóvenes pasan dificultades, no hay trabajo, se sienten atrapados porque no pueden salir de la franja de Gaza, que es como una prisión”, aunque “intentan salir adelante viviendo todos como una familia”.
Los cristianos, germen de diálogo y de paz
En Tierra Santa hay dos grandes grupos de cristianos. El “tradicional” son los palestinos cristianos que están desde siempre y que están agrupados en diferentes iglesias, aunque “te dicen, aquí, con el sufrimiento que vivimos todos somos cristianos, eso es lo importante, la iglesia católica u ortodoxa a la que pertenecemos es secundario”, señala el secretario constatando la realidad del encuentro frente a la división.
También hay otro segundo grupo, sobre todo de inmigrantes que han llegado al estado de Israel en busca de trabajo. “Requieren una pastoral específica porque viven otro tipo de problemas, como la pobreza”, apunta. Lo común, en uno y otro grupo, es que “en los últimos años cada vez más cristianos abandonan el país”, fenómeno que, advierte da Cunha, puede “crear un vacío en la sociedad porque los cristianos son la fuente que mantiene viva la posibilidad del diálogo, son los más comprometidos en él en unir a los que están en conflicto, si desaparecen habrá un vacío que dificultará la paz”.
Diálogo entre tradiciones religiosas
El programa comenzó con dos gestos significativos de encuentro. Los participantes fueron invitados, el 12 de enero, a la consagración del nuevo obispo luterano de Jerusalén, Charlie Azar, y se sumaron a la oración del ‘Sabbat’ en una sinagoga.
Y es que en esta coordinación de obispos participa siembre un obispo anglicano y se van visitando los templos de referencia de las otras confesiones. Esto es signo, además, de que “los cristianos en Tierra Santa están muy unidos, aunque a veces haya tensiones” y la experiencia de la oración de sábado permitió conocer “los deseos de paz de los israelitas”.