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Francisco en Perú: “Todos los esfuerzos por mejorar la vida de la Amazonía serán siempre pocos”





“Alabado seas, mi Señor” han sido las primeras palabras que el papa Francisco ha expresado para agradecer el encuentro con los pueblos de la Amazonía que ha tenido lugar en Puerto Maldonado hoy viernes 19 de enero, primer día de su visita apostólica a Perú. El Papa agradeción también la “obra maravillosa de tus pueblos amazónicos y por toda la biodiversidad que estas tierras envuelven!”

Con mucha claridad y ante “las hondas heridas que llevan consigo la Amazonía y sus pueblos”, Francisco expresó en su discurso que la disputa por ese territorio provoca asfixia a los pueblos y migración de las nuevas generaciones, y denunció a:

  • los grandes grupos económicos que van por los recursos naturales (petróleo, gas, madera, oro, monocultivos);
  • la perversión de ciertas políticas que con el afán de la conservación, expropian extensiones de bosques y negocian situaciones de opresión para los mismos habitantes;
  • la trata de personas y la mano de obra esclava o el abuso sexual; y
  • la violencia contra las adolescentes y contra las mujeres.

Y se preguntó: “¿Dónde está tu hermano?”. ¿Dónde está tu hermano esclavo? […] No nos hagamos los distraídos. Hay mucha complicidad. ¡La pregunta es para todos!”.

Reconocimiento de los pueblos nativos

El Papa dio un fuerte respaldo a los pueblos nativos: “Considero imprescindible realizar esfuerzos para generar espacios institucionales de respeto, reconocimiento y diálogo”.

Y le resulta esperanzador que los propios pueblos sean los guardianes de los bosques y que los recursos que generen revierta en favor de sus propias familias: “Si para algunos ustedes son un obstáculo o un ‘estorbo’, en verdad, con sus vidas son un grito a la conciencia de un estilo de vida. Son memoria viva de la misión que Dios nos ha encomendado a todos: cuidar la Casa Común”.

Y pidió por ellos: “Todos los esfuerzos que hagamos por mejorar la vida de los pueblos amazónicos serán siempre pocos”.

El aporte de la cultura

El Papa valoró la cultura de los pueblos como signo de vida y la familia como la institución social que más ha contribuido a mantener vivas nuestras culturas: “La familia de los pueblos originarios ha sido la mejor defensa de la vida. Escuchen a los ancianos, que con su sabiduría los pone en contacto con lo trascendente y descubrir lo esencial de la vida. La escuela y la educación de los pueblos originarios debe ser una prioridad y compromiso del Estado. La educación nos ayuda a tender puentes y a generar una cultura del encuentro”.

Pidió a los obispos que sigan impulsando espacios de educación intercultural y bilingüe en las escuelas y en los institutos pedagógicos y universidades, y felicitó también a todos aquellos “que se esfuerzan por hacer una nueva antropología y a quienes desde la pintura, la literatura, la artesanía, la música, muestran al mundo su cosmovisión y su riqueza cultural”.

“La Iglesia no es ajena a vuestra problemática y a sus vidas… Ayuden a sus obispos, misioneros y misioneras, para que se hagan dialogando entre todos, puedan plasmar una Iglesia con rostro amazónico y una Iglesia con rostro indígena“. Con este espíritu ha convocado, dijo, el Sínodo para la Amazonia en 2019.

Finalmente, les expresó la confianza en la capacidad de resiliencia de los pueblos y su reacción ante los difíciles momentos que les toca vivir.

“¡Esta no es una tierra huérfana, es la tierra de la Madre!”

A continuación, en el Instituto Jorge Basadre, en su encuentro con el pueblo de Maldonado, el Santo Padre manifestó que “esta tierra tiene nombres, tiene rostros: los tiene a ustedes”.

Y haciendo mención a la región -Madre de Dios-, expresó: “¡Esta no es una tierra huérfana, es la tierra de la Madre!”. Donde hay madre, familia y comunidad no desaparecen los problemas, pero se encuentra la fuerza para enfrentarlos”.

Centró su discurso en:

  • La cultura del descarte, que excluyó y silencio o ignoró todo lo que no sirve a sus intereses. La tierra y las personas son tratadas así: “usadas hasta el cansancio y después dejadas como inservibles”.
  • La trata de personas y esclavitud al trabajo, al sexo: mujeres desvaloradas y expuestas a un sinfín de violencias. “No se puede naturalizar la violencia hacia las mujeres, por la cultura machista que no asume el rol protagónico de la mujer”.
  • La corrupción de la persona y las instituciones, sobre todo de quienes buscando techo, tierra y trabajo, siguieron promesas falsas que exigen sacrificios.

Se despidió pidiendo a la sociedad que no usen la tierra “como un simple objeto descartable, sino como un verdadero tesoro para disfrutar, hacer crecer y transmitirlo a sus hijos”.



En la Casa Hogar El Principito

Finalmente, en el último evento de la mañana, Francisco visitó a niños desfavorecidos en la Casa Hogar El Principito. Haciendo alusión a la reciente celebración de la Navidad, les dijo a los chicos: “Él es nuestro tesoro, y ustedes son el tesoro más preciado que tenemos que cuidar. Les agradeció ser luz de esperanza para todos, aún cuando están tristes y echan de menos a su papá o mamá”.

Valoró el testimonio que dan quienes “se llenaron de amor en esta casa y hoy han podido formar su propio futuro”. Ustedes son para todos nosotros la señal de las inmensas potencialidades que tiene cada persona. (…) Son el mejor ejemplo a seguir, la esperanza de que ellos también podrán”.

“Algunos de ustedes, proceden de las comunidades nativas. Con tristeza ven la destrucción de los bosques. No renuncien al legado de sus abuelos, no renuncien a su vida ni a sus sueños”. También les pidió que “estudien, se preparen y aprovechen la oportunidad que tienen para formarse. No se conformen con ser el vagón de cola de la sociedad… Los necesitamos como motor, empujando”, les dijo. “Escuchen a sus abuelos, valoren sus tradiciones, no frenen su curiosidad. Busquen sus raíces y, a la vez, abran los ojos a lo novedoso, sí… y hagan su propia síntesis”.

Antes de despedirse agradeció al padre Xavier, a los religiosos y religiosas, misioneras laicas que hacen una labor fabulosa y a todos los benefactores que conforman esta familia. Y los voluntarios que regalan su tiempo gratuito que es como bálsamo refrescante en las heridas.


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