Francisco ha demostrado hoy viernes 19 de enero en Perú sus prioridades: los pobres antes que los ricos, los descartados han pasado por delante a los potentes de la tierra; ha aplicado la consigna evangélica de que “los últimos serán los primeros”.
Comenzó la jornada yendo al encuentro de los pueblos amazónicos, a los que consagró toda la mañana, y solo a primeras horas de la tarde, ya en Lima, dedicó poco más de una hora al presidente del Perú, a su Gobierno, a la clase política, a los representantes de la sociedad y de la finanza, al cuerpo diplomático.
Reunión del Consejo del Sínodo
Pero no es solo una cuestión de tiempo, sino también de énfasis en sus llamamientos a los peruanos para que defiendan el medio ambiente y la diversidad de culturas y tradiciones.
En Puerto Maldonado Bergoglio ha hecho el lanzamiento oficial de ese Sínodo Panamazónico que tendrá lugar en Roma en octubre del 2019, pero ha querido que la primera reunión del Consejo del Sínodo se haya celebrado hoy mismo en este país. Todo un gesto.
Cuando escuchaba los testimonios de las injusticias y violencias sufridas por las comunidades indígenas del Amazonas –en boca de Yesica Patiachi una india harakbut–, su rostro expresaba solidaridad y compasión; al mismo tiempo manifestaba su apoyo para que no se vean obligados a desaparecer ellos y sus culturas.
“Valores ancestrales” y “recursos naturales”
Pues bien, en presencia del presidente de la República, Pedro Pablo Kuczynski, el Papa ha vuelto a repetir que Perú debe preservar su “riquísima pluralidad cultural que constituye el alma de este pueblo”. Una pluralidad que conserva vivos “valores ancestrales” como son la hospitalidad, el aprecio por el otro, el respeto y la gratitud con la madre tierra y la creatividad para emprender nuevos caminos.
Y no podía dejar de afirmar, en estos momentos políticamente tan agitados, que “este pueblo tiene la responsabilidad de mantenerse unido para mantener entre otras cosas, todos esos motivos de esperanza”. Esta se ve hoy amenazada porque –dijo- “estamos despojando a la tierra de los recursos naturales, sin los cuales no es posible ninguna forma de vida”.
El virus de la corrupción
Volvió a exponer su visión de una ecología integral, porque “la degradación del medio ambiente no puede separarse de la degradación moral de nuestras sociedades”. Una degradación que se concreta en la corrupción, virus social que infecta todo, siendo los pobres y la tierra los más perjudicados.
“Perú tiene que ser –concluyó– espacio de esperanza y oportunidad para todos y no solo para unos pocos [frase aclamada por la multitud presente en la Plaza de Armas de Lima con atronadores aplausos]. Una tierra en la que cada persona pueda sentir que el país es suyo, espacio para todas las sangres”.
Estrambote de un día repleto de emociones y color ha sido una reunión privada con un centenar de sus hermanos jesuitas; los hijos de san Ignacio, junto con los dominicos, franciscanos, mercedarios y otros, desarrollan en este país andino y amazónico una gran labor apostólico, cuyos orígenes se remontan al siglo XVII.