Luis Argüello advierte de la deriva hacia un mundo despersonalizado

  • El obispo auxiliar de Valladolid abre las Jornadas de Antropología y Doctrina Social del Aula DSI en Madrid reflexionando sobre las nuevas antropologías en el contexto de la revolución tecnológica
  • El prelado advierte que se está preparando el terreno “para un nueva construcción posthumana o de vida exponencial, en el que las nuevas máquinas pueden abrir el paso a nueva especie”

Luis Argüello advierte de la deriva hacia un mundo despersonalizado

A lo largo de tres sábados, entre enero y marzo, el Aula de Doctrina Social de la Iglesia “Guillermo Rovirosa” organiza las Jornadas de Antropología y Doctrina Social, dedicadas en esta ocasión a los “Retos de la evangelización en el siglo XXI”. Para los organizadores, es un “espacio para dialogar y profundizar en este cambio de época y en el desafío que representa para la evangelización, siendo conscientes de que la cuestión social se ha convertido radicalmente en una cuestión antropológica”. 

El primero de tres encuentros los protagoniza este sábado, 20 de enero, Luis Argüello, Obispo Auxiliar de Valladolid, con una intervención sobre “los Nuevos modelos de la persona humana en la sociedad 4.0”. El prelado ha compartido con Vida Nueva sus propuestas.

Una transformación de la humanidad 

PREGUNTA.- Su conferencia habla de la sociedad 4.0 ¿Qué hace que hayamos llegado a esta cuarta versión?

RESPUESTA.- Para algunos se trata de la cuarta fase de la revolución industrial. La primera revolución industrial abarcó desde aproximadamente 1760 hasta más o menos 1840. Desencadenada por la construcción del ferrocarril y la invención del motor de vapor, marcó el comienzo de la producción mecánica. La segunda revolución industrial, entre finales del siglo XIX y principios del XX, hizo posible la producción en masa, fomentada por el advenimiento de la electricidad y la cadena de montaje. La tercera revolución industrial se inició en la década de 1960. Generalmente se la conoce como la revolución digital o del ordenador, porque fue catalizada por el desarrollo de los semiconductores, la informática personal (décadas de 1970 y 1980) e internet (década de 1990). Para otros se trata de la quinta, pues incorporan la nuclear.

Nos encontramos al principio de una revolución que está cambiando de manera fundamental la forma de vivir, trabajar y relacionarnos unos con otros. La nueva revolución tecnológica supone nada menos que una transformación de la humanidad en el horizonte del ‘trashumanismo’ o ‘posthumanismo’. Se basa en la revolución digital y combina múltiples tecnologías que están llevando a cambios de paradigma sin precedentes en la economía, la sociedad y las personas. No solo está cambiando el “qué” y el “cómo” hacer las cosas, sino el “quiénes somos”. Y está engendrando dos tipos de hombres: los ‘superhombres’ sin alma que creen que ha llegado la hora de “ser como dioses” y los ‘infrahombres’ descartables.

P.- ¿Cuáles son los modelos antropológicos dominantes que va a presentar en su intervención?

R.- La reducción de la persona a individuo que quiere ser elogio y entronización del sujeto y de su autonomía, el dualismo “cuerpo personal-sujeto” que sorprendentemente es a la vez materialista y espiritualista. Estas concepciones abren paso a propuestas de disolución o deconstrucción encabezadas por la ideología de género y su propuesta antropológica basada en el sentimiento y el deseo elevado a la categoría de derecho, con la consiguiente sustitución de la persona por “la máscara” que decide mostrar.

Se prepara así el terreno para un nueva “construcción” posthumana o de vida exponencial, en el que las nuevas máquinas pueden abrir el paso a nueva especie. Algunos incluso sueñan que este “hombre exponencial” puede ser ‘a-mortal’.

Más allá de la ‘ideología de género’

P.- La antropología bíblica, es ¿alternativa a los nuevos modelos o puede abrirse al encuentro con ellos?

R.- La antropología bíblica surge a partir de los datos que constituyen la experiencia humana elemental. Si ésta nos dice que somos cuerpo-espíritu, cuerpo sexuado, varón y mujer, individuo miembro de un pueblo; nos hace falta una propuesta de antropología adecuada a la experiencia humana elemental, que logre acoger y al mismo tiempo expresar todas las potencialidades de la dimensión personal, de la dimensión relacional-afectiva y de la dimensión institucional que nos constituyen. Pensamos que la fe en el Dios trinitario, y la antropología que de ahí se deriva, es la ‘adecuada’ a nuestras experiencias más elementales.

Se trata de elaborar una propuesta antropológica que responda a la verdad de lo que el hombre es. En esta reflexión el significado de la diferencia sexual es de extraordinaria importancia. Es preciso un nuevo diálogo sobre la vocación del hombre y de la mujer de manera previa a los roles sociales y económicos que desempeñamos.

Esta antropología religadora de todo lo humano –personal, ambiental e institucional– solo se sostiene si hay una ‘religación fundante’, un Padre que abraza y reúne a la familia en el hogar común. Una antropología adecuada a la experiencia humana es aquella que acoge y comprende la dimensión personal (corporal-espiritual), la dimensión relacional afectiva (deseo-amor) y la dimensión público-institucional (fecundidad-solidaridad). Da así respuesta a los latidos profundos del corazón humano: libertad, amor, alegría, sin contraponerlos y sin tener que repartirse los espacios vitales entre sí. Libertad situada, entre la verdad y el bien, y herida a la que la fe ofrece redención para que pueda amar sin reservas y encuentre la alegría.

No cabe una división entre problemas propios de la moral social –‘de cintura para arriba’– y problemas de la moral personal –‘de cintura para abajo’–. Esta propuesta denuncia la falsedad de la división entre asuntos privados y públicos, que además deja en tierra de nadie el ámbito familiar.

P.- Yendo al trasfondo de lo que plantea este ciclo de conferencias, los modelos de persona que mueven una sociedad, ¿condicionan el modo de evangelización de la Iglesia?

R.- Por supuesto, pues el anuncio se dirige siempre a una persona, situada en ambientes e instituciones y propone la gracia del Señor y la compañía de la Iglesia para llegar a ser y vivir lo que ya somos: hijos, hermanos. El proceso de disolución y la aparción de máscaras muy variadas ha generado prejuicios ante la propuesta evangélica, perplejidades sociales e incapacidad moral a la hora abordar tantas nuevas situaciones y a veces heridas afectivas. A todo ello es preciso ofrecer el testimonio vivo de existencias personales renovadas por la gracia y la de una compañía de hijos y hermanos que muestren la belleza de la antropología de comunión.

P.- El papa Francisco señala tantos ejemplos cotidianos de humanización, ¿la fuerza del testimonio es el mejor ejemplo de humanidad?

R.- Ante un desafío tan radical como el que plantea la llamada “cuestión antropológica”, que la cuarta Revolución industrial agudiza y acelera, se precisa una respuesta testimoniada y confesada en la plaza pública que ponga en juego todas las potencialidades de lo humano. Nuestros contemporáneos precisan recibir una propuesta integral con capacidad de regenerar lo mejor que el Creador ha depositado en cada uno. Esta propuesta es un evangelio, una buena noticia, ya que es la adecuada a lo que el corazón desea.

Hemos de caer en la cuenta que para rescatar en la vida de nuestros conciudadanos el núcleo de verdad que anida en su corazón, no se pueden emplear solo argumentos y dialéctica. Menos aún se realiza disparando alarmas o dictando reglas abstractas. A una práctica es necesario ofrecer otra práctica, una práctica autoconsciente, se entiende, es decir, intelectualmente preparada. A una búsqueda es necesario ofrecer el testimonio de que hemos encontrado el tesoro escondido.

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