El encargo a la Iglesia peruana: evangelizar sin ascos

  • El Papa cierra su viaje a Perú con una intensa jornada en la que llamó a obispos, religiosos y laicos a reforzar su vocación misionera
  • Sin zaherirlos el Santo Padre ha indicado los desafíos que deben afrontar unos obispos muy replegados en sus problemas internos

Una religiosa de clausura, en el encuentro con el Papa en Lima, Perú/EFE

Francisco ha comenzado su última jornada peruana en la mejor compañía posible: ante la más venerada imagen de este religiosísimo país (el Señor de los Milagros cuya devoción se remonta al siglo XVII) y con un medio millar de religiosas de vida contemplativa que saltaba a la vista que eran incapaces de dominar su emoción.

“La vida de clausura- les dijo- no encierra ni encoge el corazón sino que lo ensancha por el trato con el Señor y lo hace capaz de sentir de un modo nuevo el dolor, el sufrimiento, la frustración, la desventura de tantos hermanos que son víctimas de en esta “cultura del descarte” de nuestro tiempo”.

La superiora del convento de las Nazarenas, donde tenía lugar el encuentro, citó a Santa Teresa de Jesús que advertía a sus monjas: “No es tiempo de tratar con Dios cosas de poca importancia”. A su modo respondía a la invitación de Francisco de no ceder a los chismorreos y a las habladurías y crear una auténtica comunidad de oración intensamente misionera.

Veneración de reliquias

Consciente de que no puede prescindir de la ayuda de Dios Bergoglio  por intercesión de sus bienaventurados se dirigió después  a la catedral de Lima para venerar las reliquias  de los santos peruanos: el vallisoletano de origen Santo Toribio de Mogrovejo patrón del episcopado latinoamericano, Santa Rosa de Lima primera canonizada del nuevo continente, San Martín de Porres popularmente conocido como Fray Escoba , San Juan Macías y el también español San Francisco Solano.

A continuación se reunió con los cincuenta obispos que componen la Conferencia  Episcopal Peruana y centró todo su discurso en el ejemplo de Santo Toribio de Mogrovejo, “un obispos callejero, un obispo con suelas gastadas por andar y recorrer, para salir al encuentro, para anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares sin asco y sin miedo”.

En la otra orilla

Según el Papa la característica de su apostolado fue “llegar a la otra orilla en busca de los lejanos y dispersos”. Otra orilla que , según Bergoglio, no fue solo geográfica sino cultural,  también la otra orilla de la caridad (“la caridad va siempre acompañada de la justicia porque no hay auténtica evangelización  que no anuncie y denuncie toda falta contra la vida de nuestros hermanos, especialmente los más vulnerables”), de la unidad, de la formación del clero. “Es el pastor – concluyó – que ha sabido cargar su valija con rostros y nombres. Ellos fueron  su pasaporte para el cielo”.

Sin zaherirlos el Santo Padre les ha indicado los desafíos que deben afrontar unos obispos muy replegados en sus problemas internos , bastante divididos entre sí y escasamente presentes en la denuncia de los gravísimos problemas sociales y políticos que atraviesa en estos momentos su país.

Compartir