América

Francisco quiere “obispos callejeros” para Perú

  • En su reunión con el Episcopado peruano, tomó la figura de Santo Toribio como invitación a cruzar la orilla para ir a la búsqueda de los otros, conservando la unidad y denunciando las injusticias
  • Adentrarse en “la evangelización de la cultura nos pide entrar en el corazón de la cultura misma para que sea iluminada por el Evangelio”, les apunta
  • Discurso íntegro del Papa a los obispos peruanos





Antes del Ángelus y de la Misa de clausura, el Papa se reunió con los obispos peruanos en el Palacio Arzobispal de Lima. Al inicio de su discurso, Francisco resaltó el lema elegido por los organizadores para el viaje, que invita a la unidad y la esperanza. Fue el punto de partida para admitir “un programa arduo y provocador, que nos evoca las proezas de santo Toribio de Mogroviejo”.

A partir de ahí, sus palabras al Episcopado peruano se centró en glosar la figura de este santo Obispo representado como un “nuevo Moisés”, atravesando un río caudaloso, cuyas aguas se abren para que pudiera llegar a la otra orilla, donde lo espera un grupo de nativos. “En esa imagen se vislumbra que Santo Toribio fue un hombre que quiso llegar a la otra orilla, y asumió el mandato de venir a estas tierras con la misión de ser padre y pastor”, explicó el Papa.

Con estas premisas Francisco desglosó cómo Toribio de Mogrovejo fue cruzando distintas orillas a lo largo de su ministerio pastoral, que sirven como hoja de ruta para el pastor peruano de hoy:

  • Una orilla en busca de los lejanos y dispersos. Para eso “…tuvo que dejar la comodidad del obispado” y recorrer el territorio confiado, en continuas visitas pastorales, tratando de llegar y estar allí donde se lo necesitaba.  “Hoy le llamaríamos un obispo callejero, un obispo con suelas gastadas por andar. Sin miedo y sin asco se adentró en nuestro continente para anunciar la Buena Nueva”, destacó Bergoglio.
  • Otra orilla no sólo geográfica sino cultural: De santo Toribio, también recordó cómo “promovió una evangelización en la lengua nativa, procuró que los catecismos en quechua y aymara. Era necesario aprender a hablar el lenguaje de los otros. Sólo así, llegaría el Evangelio a ser entendido y penetrar en el corazón”. De esta manera, Francisco les dijo que “a nosotros, pastores del siglo XXI nos toca aprender y conocer el lenguaje actual de nuestros jóvenes, de nuestras familias, de los niños… Y tenemos que hablar su lengua”. En esta misma línea, les llamó a adentrarse en “la evangelización de la cultura nos pide entrar en el corazón de la cultura misma para que sea iluminada por el Evangelio”.
  • Hacia la orilla de la caridad. Para el Papa, este santo “plasmó en la propia vida la entrega de Jesucristo por amor. En sus visitas no tuvo miedo a denunciar los abusos y excesos. La caridad siempre va acompañada de la justicia. No hay auténtica evangelización que no anuncie y denuncie toda falta contra la vida de nuestros hermanos, especialmente de los más vulnerables”.
  • Dar un salto en la formación de sus sacerdotes. Recordó Francisco que este modelo de pastor “fundó el primer seminario impulsando la formación del clero nativo, defendió la ordenación de los mestizos, y visitaba a sus curas, los estimulaba, los amonestaba, pero no desde el escritorio”.
  • Orillarse en la unidad. Toribio de Mogroviejo promovió espacios de comunión y participación no exenta de tensiones y conflictos. Desde esta experiencia Francisco afirmó que “es imposible una vida sin conflictos, pero reclamó asumirlos en unidad, en diálogo mirándonos a la cara…  Resulta inspirador como episcopado, que la unidad siempre prevalecerá sobre el conflicto”. Desde ahí, les pidió a los obispos peruanos que “trabajen para la unidad, no queden presos de divisiones que parcializan y reducen la vocación a la que hemos sido llamados: ser sacramento de comunión”.

Finalmente, expresó que a santo Toribio le llegó el momento de cruzar hacia la orilla definitiva, hacia esa tierra que lo esperaba y que iba degustando en su continuo dejar la orilla. “Es el pastor que ha sabido cargar su valija con rostros y nombres. Al  momento de entregar su alma a Dios, lo hizo junto a su pueblo y un aborigen le tocaba la chirimía para que el alma de su pastor se sintiera en paz”, concluyó el Papa.

 

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