“Es comprensible que las declaraciones del Papa Francisco en Santiago de Chile generaran una fuente de gran dolor para las víctimas de abusos sexuales por parte del clero o cualquier otro depredador”. Así arranca el comunicado elaborado por el cardenal arzobispo de Boston, Seán Patrick O’Malley, máximo responsable de la lucha contra la pederastia en el Vaticano.
Con estas palabras, el religioso capuchino reacciona ante la polémica que generaron las declaraciones del Papa en su última jornada en Chile, cuando salió una vez más en defensa del obispo de Osorno, Juan Barros, acusado de encubrir abusos. “El día que me traigan una prueba contra el obispo Barros, ahí voy a hablar. No una sola prueba en contra. Es todo calumnia. ¿Está claro?”, dijo Francisco poco antes de abandonar el país, reabriendo la polémica tras condenar hasta en dos ocasiones en público y reunirse con víctimas en menos de 24 horas.
Así, O’Malley detalla en el documento que las palabras utilizadas por el Papa pueden dar a entender mensajes tales como “si no puedes probar tus denuncias, entonces no te creerán” o pensar que se abandona a quienes han sido víctimas a relegarles “a un exilio de descrédito”.
Impacto devastador
El cardenal da un paso atrás al reconocer que no ha participado “personalmente” en el caso de Osorno, por lo que se ve incapaz de “explicar por qué el Santo Padre eligió las palabras exactas que utilizó en ese momento”. Desde ahí, sin embargo, reitera cuál es la máxima de Francisco en esta materia: “Reconoce plenamente los atroces fracasos de la Iglesia y del clero que abusó de los niños, así como el impacto devastador que esos crímenes han tenido sobre las víctimas y sus seres queridos”.
A partir de ahí, O’Malley relata cómo ha acompañado al Papa en “numerosas reuniones con víctimas” en las que “he sido testigo de su dolor por conocer la profundidad y la amplitud de las heridas infligidas a los que fueron maltratados y del proceso de recuperación que pueden llevar”.
Tolerancia cero real
“Las declaraciones del Papa de que no hay lugar en la vida de la Iglesia para aquellos que abusarían de los niños y que debemos adherirnos a la tolerancia cero para estos crímenes son genuinas y son su compromiso”, sentencia el máximo responsable vaticano en la lucha contra esta lacra, que es consciente de que “nunca podremos deshacer el sufrimiento que experimentaron ni curar por completo su dolor”.
Es más, O´Malley llega a admitir que “en algunos casos debemos aceptar que incluso nuestros esfuerzos para ofrecer asistencia pueden ser una fuente de angustia para las víctimas y que debemos orar en silencio por ellos mientras brindamos apoyo en cumplimiento de nuestra obligación moral. El cardenal concluye su texto subrayando el trabajo que viene haciendo para “garantizar la seguridad de los niños en la Iglesia”: “Para que estos crímenes nunca vuelvan a suceder”.