Después de casi dos años de jubileo, el colegio madrileño de Santa María del Pilar acogió el lunes 22 de enero un acto de clausura de esta celebración para conmemorar los dos siglos de vida marianista. La música y la cultura fueron los protagonistas de una tarde que concluyó con una eucaristía de acción de gracias.
“Ha sido un tiempo de remembranza”, reflexionó Rafael Iglesias, párroco de Nuestra Señora del Pilar durante la homilía. Iglesias se remontó a la figura de Guillermo José de Chaminade y Adela de Batz de Trenquelléon, fundadores de la familia marianista para destacar que “ese fuego sigue brillando hoy” a través de un “proyecto espiritual y misionero al servicio de la Iglesia”.
Responder con pasión
El religioso marianista compartió la realidad envejecida de la Compañía de María y de las Hijas de María Inmaculada para plantear que “el futuro no es triste sino desafiante y por eso tenemos que abrir los ojos”. Así hizo un llamamiento a una mayor creatividad para responder “con pasión en proyectos compartidos enviados a transformar la realidad”.
En una valiente homilía reivindicó la experiencia comunitaria como una vela indispensable:”El bicentenario puede ser un punto de inflexión para la vida marianista”. Durante la eucaristía también se hizo un repaso por la presencia de la familia marianista en cuatro continentes subrayando las nuevas comunidades en Cuba, Benín y Albania. Todo, con la mirada de Chaminade desde un Evangelio entregado a través de la educación con el convencimiento de que “hay que amar lo que se cree”.