El Papa ha recibido hoy 26 de enero por la mañana a los asistentes a la Sesión Plenaria de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que preside el arzobispo español Luis F. Ladaria.
En su breve alocución, Francisco les ha recordado que su trabajo resulta fundamental especialmente hoy en día, sobre todo su tarea de “devolver la vocación trascendente del hombre y la conexión inseparable de su razón con la verdad y el bien, que introduce la fe en Jesucristo”, es decir, ayudar a cimentar la fe por medio de la razón.
Por ello ha querido repasar, para agradecerlos uno por uno, varios de los asuntos estudiados por este dicasterio, empezando por la redención cristiana frente a varias doctrinas actuales. Así, el Papa ha explicado que hoy en día se tiende a adoptar ideologías basadas en el individualismo “que depende de sus propias fuerzas para salvarse”. Por otro lado ha recalcado que los cristianos “creemos que la salvación consiste en la comunión con el Cristo resucitado”.
En segundo lugar, ha alabado el trabajo de la Congregación acerca de la ética en el mundo financiero, que, como siempre dice, pasa por una visión del hombre como persona y no como una simple máquina para obtener beneficio.
Acerca de esto ha advertido que solamente de este modo “se puede actuar en conformidad con el orden objetivo de la moralidad”.
Francisco ha hecho especial hincapié en otro de los temas abordados en la sesión plenaria: el del acompañamiento de pacientes y la eutanasia. Partiendo de la misma idea de la consideración financiera del hombre, ha lamentado que “Quede claro que donde la vida es válida no por su dignidad, sino por su eficiencia y productividad” la interrupción voluntaria de una vida sea posible.
Esta problemática surge de la muy en boga “afirmación ideológica de la voluntad del hombre de tener poder sobre la vida”, lo que “lleva a considerar la interrupción voluntaria de la existencia humana como una opción de ‘civilización'”. Frente a esta serie de terribles errores ideológicos, el Papa ha reiterado firmemente que la vida humana tiene una dignidad absoluta “desde la concepción hasta su fin natural”.
En este sentido ha señalado que ante la muerte o el dolor, el hombre contemporáneo busca algo que le otorgue esperanza, pues sin ella no puede “lidiar con el dolor, no puede vivir bien”. Ahí es donde debe entrar la Iglesia, es uno de sus deberes para con la humanidad en nuestro tiempo.
Por ello, el Papa ha exhortado a los presentes a ser “pastores auténticos, aquellos que no abandonan al hombre a sí mismo (…) sino que con la verdad y la misericordia lo traen de vuelta”. De este modo, ha concluido el Papa, el ministerio es cualquier acción que esté orientada a coger al hombre de la mano cuando está perdido y “dirigirlo con confianza a redescubrir la paternidad amorosa de Dios”.