Sí, rotundamente. Hoy siguen teniendo sentido los seminarios menores. Así lo confirman a Vida Nueva varios formadores que han vivido la experiencia del acompañamiento espiritual desde dentro. Pasados los años turbulentos en donde se cuestionó el método del internamiento de niños para lograr vocaciones sacerdotales, hoy se mantienen con cierto vigor.
“Aún estamos completando la estadística del presente curso, que presentaremos de cara a la campaña del próximo Día del Seminario, el 18 de marzo. Pero nos movemos en números similares a años anteriores: más de 1.000 seminaristas menores en España que dependen de 46 seminarios. Creo que son datos esperanzadores”, asegura Sergio Requena, director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Seminarios y Universidades de la Conferencia Episcopal.
Reconoce este sacerdote que, “comparados con los de la primera década de este siglo, apreciamos un descenso, pero en los últimos años permanece estable el número”. Con todo, Requena sigue abogando sin ningún asomo de duda por este proyecto vocacional. “Los seminarios menores siguen siendo necesarios porque Dios puede llamar a seguirle incluso en edades tan tempranas”.
“No los aislamos del mundo”
Los candidatos comienzan su formación durante la enseñanza secundaria, no antes de los 12 años, edad que algunos han considerado demasiado temprana y que conllevaría el riesgo de que los futuros sacerdotes creciesen aislados del mundo. “No metemos a los chavales en una burbuja y los aislamos de su entorno, del mundo. La Iglesia les ofrece una experiencia educativa y relacional para que crezcan con una estructura humana, cristiana y espiritual que, después, les permite afrontar la realidad del mundo”, asegura Antoni Vadell, obispo auxiliar de Barcelona y, durante años, formador del Seminario Menor de Mallorca. (…)