Cada viernes, ‘Vida Nueva’ te acerca sus recomendaciones en pantalla grande (o no tanto)
Una boda de postín en un incomparable marco, un castillo francés del siglo XVIII, acaba como el rosario de la aurora. De sus preparativos, el propio banquete y la fiesta posterior dan fe –entre otros– el personal encargado del catering, el fotógrafo o el DJ.
Los franceses Olivier Nakache y Eric Toledano, responsables de comedias tan populares como Intocable (2011) o Samba (2014), rebajan el toque dramático-emotivo de sus anteriores trabajos para entregarse al desmadre lúdico que exige la ocasión. Cuentan para ello con un reparto dispuesto a no conceder tregua en cada uno de los gags y situaciones que protagoniza, aunque no siempre logren hacer reír a gusto de todos.
En su favor cabe decir que esta historia coral tiene ritmo, frescura y momentos ciertamente brillantes. ¿Es suficiente para arrastrar a las salas a tres millones de compatriotas? Resulta exagerado pensar que estamos ante el festival del humor, pero nadie podrá negar que la celebración aquí organizada es capaz de proporcionar durante casi dos horas una saludable diversión.
Phineas Taylor Barnum (1810-1891) fue un empresario circense estadounidense surgido de la nada que acabaría fundando el fascinante Ringling Bros. and Barnum & Bailey Circus, una auténtica sensación mundial conocida en su época como “El mayor espectáculo en la Tierra”. Así se titula en su versión original este biopic sobre un tipo visionario y transgresor, que revolucionaría la industria del espectáculo con un show de variedades en el que intervenían artistas únicos.
El debutante Michael Gracey ha elegido para comandar la función a Hugh Jackman, fogueado ya en el musical con Los miserables. Y el actor australiano responde con solvencia a la confianza depositada para coreografiar los claroscuros de su personaje.
Música, circo y estrellas, luces, color y sonido se dan cita sobre el escenario en una historia que mira de reojo a Moulin Rouge o La La Land, pero que, pese a la fuerza de algunos de sus números, carece de la magia de ambas para romper moldes. También de la necesaria agudeza para sacarle los colores al curioso protagonista.
Como ya ocurriera en su predecesora, Kingsman: El servicio secreto (2015), el británico Matthew Vaughn vuelve a rodearse de un magnífico reparto, con secundarios de lujo como Halle Berry o Jeff Bridges, para seguir rastreando en la serie de cómics The Secret Service sobre espías, agentes secretos y malvados delincuentes.
En esta ocasión, el ataque de una sociedad secreta liderada por la supervillana Poppy (Julianne Moore) obliga a Eggsy (Taron Egerton) y al resto de supervivientes de los Kingsman a buscar ayuda en los Statesman, sus equivalentes estadounidenses.
Otra vez la acción sin freno, la violencia gamberra, el humor negro y unos espectaculares efectos especiales son los principales reclamos para el gran público. Eso y el “resucitado” Colin Firth.
Homenaje (¿o parodia?) a las películas de James Bond, esta nueva entrega recicla elementos que en su momento funcionaron, pero que ahora dejan tras de sí la sensación de que la fórmula ya está agotada. Quizá poderla disfrutarla cómodamente desde el sofá de casa mitigue ese agotamiento.