El Papa ha recibido esta mañana en audiencia a alrededor de 6.000 miembros de la Cruz Roja italiana. Ha comenzado su discurso agradeciéndoles profundamente el servicio que prestan a Italia y a todo el mundo, que resulta valioso “tanto por el trabajo que cumple materialmente, como con el espíritu con que se lleva a cabo”. Así, ha recordado su importante labor especialmente con las víctimas de los terremotos y el rescate de inmigrantes en el mar, principales problemas a los que se enfrenta Italia.
Humanidad e Imparcialidad
Comparando el servicio que prestan estos voluntarios con el buen samaritano de la parábola, Francisco ha repasado parte de los Estatutos de la organización con ellos. Concretamente, los dos principios fundamentales, la Humanidad y la Imparcialidad. El primero, la humanidad, está basado en la compasión, como ha recordado Francisco. Este principio “en virtud del cual ustedes se ocupan de los sufrimientos de muchas personas, es el mismo que impulsa al buen samaritano a inclinarse sobre el hombre herido tirado en el suelo”. Por ello, afirmar el principio de humanidad es reconocer el valor de cada ser humano, dejar de lado la indiferencia y percibir el sufrimiento de los demás.
En cuanto a la imparcialidad, consistente en ayudar sin discriminar por raza, sexo o edad, el Papa ha reconocido que es un principio que “contrasta con la tendencia general de hoy de distinguir quien es digno de ayuda y quien no”. En este sentido, ha vuelto sobre la parábola para explicar que el Samaritano también es imparcial, no hace preguntas al herido, simplemente le recoge y cura sus heridas sin indagar acerca de sus creencias o procedencia. “El samaritano actúa, paga él mismo, ama. Y tras él se esconde la figura de Jesús, que se inclinó sobre la humanidad (…) ofreciendo la salvación a cada humano, sin distinción”.
Las gafas de la amistad
Finalmente, y citando a los Estatutos, les ha recordado que su misión pasa también por “promover el entendimiento mutuo, la amistad, la cooperación y la paz duradera entre los pueblos”. Para ello, les ha pedido “ponerse las gafas de la amistad” ya que “los que miran a los demás con las gafas de la amistad, y no con las gafas de la competencia o el conflicto, se convierten en constructores de un mundo más habitable y humano”.