Pues sí, comenzó en Marsella (Francia), en 1843. Fue idea de un obispo, que además era príncipe y amigo de muchas familias ricas e importantes. Su nombre era Charles-Auguste-Marie-Joseph de Forbin-Janson y, cansado de tener que suplicar por las casas nobles propuso que los niños de su diócesis pudieran ayudar para paliar las necesidades de los niños chinos. Este fue el germen de los que llamó Asociación de la Santa Infancia.
No fue la única iniciativa de este obispo. De joven sacerdote, con unos compañeros, fundó la Congregación de los Padres de la Misericordia. También creó la Congregación de la Divina Providencia de Saint-Jean-de-Bassel.
Poco a poco la iniciativa misionera infantil va extendiéndose más allá de Francia. Un momento significativo es en 1922, cuando el papa Pío XI auspició la iniciativa y le dio el carácter de Obra “Pontificia”, el cual mantiene hasta nuestros días.
En el caso de España se implantó en 1852, con el apoyo de la Reina Isabel II. La primera niña registrada dentro de la Obra de la Santa Infancia fue su hija mayor, la Princesa de Asturias.
Hoy en día, según Obras Misionales Pontificias, sigue siendo “la gran apuesta de la Iglesia para dar protagonismo a los niños invitándolos a que descubran la riqueza de la fe recibida en su bautismo y la compartan con los niños”.
La experiencia de que “Los niños ayudan a los niños” se ha convertido en la máxima de este movimiento. Esta ayuda se traduce en una doble dirección:
La participación activa de los niños y su compromiso misionero es una apuesta precursora para que los más pequeños vayan desplegando en la sociedad todo su potencial, contribuyendo a la defensa de la dignidad de la persona y la aportación de los niños a la Iglesia y al mundo. Esta convicción que expresa la Infancia Misionera desde l principio, adelantándose 80 años a la Declaración de Derechos del Niño de Ginebra o 100 años al nacimiento de UNICEF.
Hoy en día, la sigue promoviendo “la ayuda recíproca entre los niños del mundo” creando una red de solidaridad universal cuyos principales protagonistas son los propios niños.
Desde hace 40 años la revista “Gesto” es el elemento de formación y difusión de muchas de las iniciativas para los pequeños misioneros. A través de ella se proponen concursos y sugerencias para un compromiso mayor.
En el año 2017, las cifras hablan por sí solas: 8.949 niños participaron en el Concurso de Christmas; 8.090 en los diferentes Festivales de la Canción Misionera; 500 niños en el Tren Misionero; unos 42.890 fueron durante las navidades “Sembradores de Estrellas”; y 10.430 niños participaron en uno de los Encuentros de Infancia Misionera.
El año pasado, gracias a la generosidad de niños de todo el mundo, se enviaron 16.941.176,76 euros – además de 127.283,13 € de ayudas especiales–, para sostener 2.858 proyectos directamente relacionados con cuestiones infantiles.
Se reúnen en el llamado “Fondo Universal de Solidaridad de la Obra de Infancia Misionera” y se reparten a los proyectos tras hacer una profunda valoración. De estos, el 23% han sido relacionados con la salud y la vida (ayudas a orfanatos y comedores, sostenimiento de hospitales, compra de medicamentos…), el 48% de educación (construcción de escuelas y guarderías, becas de estudios, material, formación agrícola y ganadera…) y el 29% de la evangelización más directa (catequesis, campamentos de verano, promoción de grupos…).
Por continentes, África ha recibido más de 10 millones de euros para 1.552 proyectos; Asia casi 6 millones para 1.161 iniciativas; en América se sitúan 99 proyectos, con un total de más de 620.000 euros; en Europa se han desarrollado 15 proyectos y en Oceanía, 31.
Siempre con los últimos datos del 2017, España aportó el 16,32% del Fondo. Los niños españoles han recaudado 2.764.424,95 €, con los que se han financiado en su totalidad 491 proyectos de 36 países diferentes.
Se calcula que el alcance de estos nuevos proyectos puestos en marcha es de 570.000 niños y niñas de guarderías de la India, alumnos de primaria de Barbados, hijos de leprosos de Myanmar o niñas rescatadas de matrimonios forzosos en Benín…