Francisco ha recibido durante la mañana de este lunes 29 de enero a los participantes en la Conferencia Internacional sobre la responsabilidad de los Estados, de las instituciones y de los individuos en la lucha contra el antisemitismo y los crímenes relacionados con el odio antisemita. Dicha conferencia ha sido organizada por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa en colaboración con las Comunidades Hebreas italianas.
El Papa ha agradecido profundamente su presencia a los asistentes, y ha querido subrayar la importancia de una de las palabras del título del acto, responsabilidad. “Ser responsable significa ser capaces de responder. No se trata solo de analizar las causas de la violencia y de rechazar su lógica perversa, sino de estar listos y activos para responder a ella”.
Esta reflexión convierte en el mayor enemigo no solamente al odio, sino a la indiferencia de muchas personas ante este tipo de actos. Y ha sido en torno a la indiferencia que el Pontífice ha centrado su discurso.
Así, ha recordado que uno de los primeros pecados que ilustran las Escrituras es la indiferencia, cuando Dios pregunta a Caín por Abel y este responde “¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?”.
Como ha dicho Francisco, “aquí está la raíz perversa, su hermano no le importa, es la raíz que produce la desesperación y el silencio“. Silencio que, por otra parte, el Papa conoce perfectamente, como ha ilustrado a los presentes: “Recuerdo este silencio ensordecedor, que percibí en mi visita a Auschwitz: un silencio inquietante, que deja espacio solamente a las lágrimas, a la oración y a la petición de perdón”.
Para aconsejar un remedio que acabe con este pecado, Francisco ha acudido de nuevo al Antiguo Testamento, esta vez al libro del Deuteronomio, cuando Moisés recomendó al pueblo, ya libre del yugo egipcio, mirar hacia atrás y “recordar todo el camino”.
Pero no se trata de evocar el pasado, sino de volver a sentirlo, “hazlo vivo, no dejes que el pasado muera. Recuerda, es decir, regresa con el corazón, recuerda no solo con la mente, sino desde lo más profundo del alma (…) y no solamente lo que te gusta, recuerda todo el camino”.
Pues, como ha afirmado, para recuperar nuestra humanidad es necesario tener presentes los errores del pasado para no repetirlos en el futuro, y en este proceso la memoria juega un papel fundamental.
En este sentido ha sacado a colación unas palabras muy elocuentes de san Juan Pablo II al respecto, que publicó en un documento de la Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo, “permitamos a la memoria cumplir su papel necesario en el proceso de construcción de un futuro en el que la inefable iniquidad de la ‘Shoah’ (Holocausto) no vuelva a ser nunca posible“.
A raíz de esto, el Papa ha afirmado que los cristianos tenemos el “deber de custodiar la memoria junto con nuestros hermanos mayores judíos”.
Sin embargo ha apuntado que la memoria no debe quedar marcada eternamente por el resentimiento, al contrario, aunque esté llena de dolor debe estar siempre abierta a la esperanza. Por eso “la Iglesia quiere tender la mano, quiere que recordemos y caminemos juntos (…) deplorando los odios, persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los judíos”.
Finalmente ha reiterado su llamamiento a construir juntos una cultura de la responsabilidad y a ser aliados contra la indiferencia, para lo que “la información sin duda ayudará, pero es más importante la formación“, ya que si las nuevas generaciones no se involucran en la lucha contra el odio, no servirá de nada.
“Para preparar un futuro verdaderamente humano no es suficiente rechazar el mal, sino que es necesario construir juntos el bien“, ha concluido.