Reportajes

La inspiración de Cicely Saunders





Hace algún tiempo un grupo de unos veinte expertos italianos en cuidados paliativos de muy diferente extracción profesional y convicciones éticas, se encontró para reflexionar sobre la figura de Cicely Saunders y para compartir una serie de preguntas. “Por el sendero de Cicely”, este fue el nombre elegido por el grupo de trabajo, que se preguntó sobre todo cómo la experiencia de la fundadora del Movimiento Hospice puede ser, todavía hoy, significativo para quien se ocupa de asistir a pacientes incurables. Nació un manifiesto que se publicará próximamente, “El sendero de Cicely: la belleza de los cuidados paliativos”, que reafirma los principios y las modalidades de actuación de esta joven disciplina según Saunders.

¿Pero quién era esta mujer fallecida hace poco más de diez años? Oficial de la Orden del Imperio Británico, comandante, miembro de la Orden al mérito del Reino Unido, veinticinco licenciaturas honoris causa: Cicely Saunders era en primer lugar una enfermera, una asistente social y un médico. Nacida en 1918, atravesó los años oscuros de la Segunda Guerra Mundial: “A menudo sucedía que se terminaba todo: –escribía– medicinas, vendas, agua… No nos quedaba nada, no teníamos nada que ofrecer que no fuera nosotras mismas”.

La vida la forjó en el camino del sacrificio, de la sobriedad y de la acción. David Clark, profundo conocedor de Cicely Saunders citado en la apertura del manifiesto, subraya la profunda unión “entre la biografía personal, la vida espiritual y la ética del cuidado” que la caracteriza. Se diplomó en enfermería en 1944, en la durísima escuela Nightingale. Cristiana anglicana desde 1947, completó rápidamente los estudios universitarios para convertirse en asistente social después de que problemas en la espalda la impidieran ejercitar la profesión de enfermería. En el hospital Saint Thomas de Londres encontró un paciente que le cambió la vida: David Tasma, un judío que había escapado del gueto de Varsovia y con una neoplastia en fase terminal.

El ejemplo de la enfermera

“Necesité diecinueve años para construir esa casa entorno a la ventana”, confió un día Cicely Saunders. Esa casa es todavía hoy Saint Christopher Hospice, nacido en 1967 y precursor de muchísimas otras estructuras similares en el mundo. De enfermera en esos años corría el riesgo de no ser escuchada por nadie: un cirujano torácico para el que trabajaba le aconsejó que se inscribiera en medicina y a los 39 años Saunders se licenció y consiguió la habilitación. Fue también una paciente la que le inspiró para el nombre Saint Christopher: “Un lugar de paso para los viajeros: debe llamarse así, sin duda”, le dijo la señora Galton.

¿Cómo es la figura de esta mujer tan extraordinaria para ser, todavía hoy, una guía para los profesionales de los cuidados paliativos? El “sendero de Cicely” lo explica claramente. “Una visión integral de la enfermedad y del cuidado, (…) el descubrimiento de la eficacia de un tratamiento regular del dolor, el reconocimiento del ‘dolor total’ de los moribundos, hasta la comprensión del potencial poder curativo de las relaciones en los cuidados de final de vida (…), Cicely Saunders ha marcado un giro”. El manifiesto se articula en cinco puntos evidenciando la actualidad de una experiencia vivísima…

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