“Que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba”. Acaban de cumplirse 20 años de esta frase con la que Juan Pablo II inició su histórica visita –del 21 al 25 de enero de 1998– a la isla caribeña, con la que se marcó un antes y un después en las relaciones entre la Iglesia católica y el régimen de Fidel Castro.
Dos décadas después, los frutos de aquel viaje apostólico siguen presentes y, algunos, bien enraizados, como es el caso del Instituto de Bioética Juan Pablo II de La Habana, que cumple 20 años, fundado en 1997 en el marco de las actividades previstas con motivo del viaje de Karol Wojtyla.
Hoy, dos décadas después, el centro es un referente académico de primer nivel que, además de ser pionero en la difusión en Cuba de una bioética personalista, prepara a médicos, paramédicos, juristas, filósofos, historiadores, biólogos, artistas, periodistas… “para facilitar un diálogo social cordial que les permita actuar en la vida ciudadana”.
“El Instituto siempre ha promovido una cultura del encuentro en Cuba. Estamos convencidos de que solo por medio del entendimiento, de la comprensión mutua, de lograr una real unidad en la diversidad, podremos reconstruir nuestra patria, sujeta a tantos avatares”, señala su fundador y director, René Zamora (en la foto, con camisa color salmón, en compañía de otros profesores del centro).
“Nuestros propósitos de cultivar la pluralidad, la interdisciplinariedad y la capilaridad social nos propicia ser aceptados por todos, incluso por aquellos que no tienen fe, porque utilizamos en nuestra argumentación una sana antropología filosófica”, señala este reputado profesor y doctor en Medicina.
El Instituto puso en marcha hace ya un tiempo una escuela de formación en valores, a la que bautizaron como Escuela de Pensamiento y Creatividad Alfonso López Quintás, con la que se están formando a interlocutores sociales con el convencimiento de que “el interlocutor no es el hombre que vence, sino el que convence”, señala Zamora, quien recientemente ha sido designado miembro de la Academia Pontificia para la Vida.
Este espíritu “esencialmente incluyente, sin perder nuestra identidad”, como lo define el doctor Zamora, hace que esta institución colabore con otras institucionales nacionales e internacionales y celebren congresos –su sello está en los primeros que se organizaron sobre bioética en Cuba–, jornadas, talleres y cursos de verano.
Y todo ello, sin ocultar sus raíces, pues “para formar rectas conciencias, nuestro Instituto debe contar con los orígenes de nuestra historia, la cual ha sido rica porque en casi todos los grandes proyectos que han conformado el imaginario sociocultural cubano, han nacido desde la Iglesia para toda nuestra sociedad”, asegura René Zamora, quien hace unos meses ha visto reconocido su prestigio docente con la creación, en la Universidad Católica de Valencia, de una cátedra de desarrollo integral y ecología humana que lleva su nombre.