Tras la realización del 25º Congreso Interamericano de Educación Católica, en Bogotá, el pasado mes de enero (del 10 al 12), la Confederación Interamericana de Educación Católica (CIEC) ha presentado su nuevo ‘portafolio de formación’ con el cual busca dar continuidad al imperativo de la innovación y la creatividad para la gestión del aprendizaje, desde la perspectiva de la pastoral educativa.
Estas iniciativas formativas constituyen, en sí, la puesta en marcha del Observatorio Interamericano de Educación Católica, inaugurado por el secretario general de la CIEC, Óscar Pérez Sayago, durante el Congreso.
Vida Nueva dialogó con el Hno. Diego Díaz, director de formación y del Observatorio de la CIEC, sobre las prospectivas, en materia formativa, de la institución que anima a la escuela católica de América y, concretamente, a partir de los nuevos escenarios que desafían a la escuela católica del continente.
PREGUNTA. En términos de formación, ¿qué desafíos ha dejado el 25º Congreso?
RESPUESTA. La persona está en el centro de todo proceso formativo. Es importante conocer el desarrollo neurológico del niño y del joven, para saber qué sucede en ellos y cómo se pueden acompañar mejor. Los cambios tecnológicos y virtuales llevan a innovar el proceso de aprendizaje y de educación para responder a los nuevos desafíos que vive el ser humano y la sociedad. Ante esto, la escuela católica es un referente de humanización. Su tarea esencial se fundamenta en la propuesta del evangelio.
P. ¿En qué consiste la propuesta de formación que propone la CIEC a la escuela católica del continente?
R. La propuesta de la CIEC se compone de 5 programas. El primero, sobre evangelización, integra todos los temas de espiritualidad y pastoral educativa; el segundo tiene que ver con pedagogía e innovación educativa; el tercero con familia y escuela; el cuarto con el tema de justicia social y las nuevas marginalidades, enfatizando en las áreas de educación popular y ecología y educación; y, finalmente, el quinto se relaciona con la educación religiosa escolar.
Es importante subrayar que estos programas también son objeto de estudio y de profundización en el Observatorio Interamericano de Educación Católica y, por lo tanto, están abiertos a acoger las inquietudes que provienen de la escuela católica.
P. Metodológicamente, ¿cómo se desarrollarán estas propuestas formativas?
R. En cada uno de estos programas se ofrecen talleres de formación por medio de una metodología participativa que aporte a la cualificación del quehacer educativo. También tenemos retiros espirituales y cursos que buscan abordar temáticas que respondan a las necesidades de los educadores y de los jóvenes.
Todo lo estamos enmarcando en un proceso que implica tres momentos. En primer lugar, observar, es decir, monitorear, investigar y reflexionar las tendencias y experiencias en educación para consolidar el quehacer de la escuela católica; en segundo lugar, acompañar, que implica, propiamente, la realización de cursos, talleres y retiros para profundizar y enriquecer el sentido de la educación católica; y por último, socializar, o sea, comunicar las investigaciones y las experiencias significativas que impactan nuestra misión educativa, para lo cual serán creados y divulgados materiales o subsidios.
P. ¿Cómo han recibido las instituciones y las congregaciones religiosas de la escuela católica esta ‘novedad’ de la CIEC?
R. La recepción del portafolio ha sido muy positiva hasta el momento. Algunas instituciones ya han solicitado los servicios y el acompañamiento que estamos ofreciendo. Con otras se está dialogando para puntualizar la propuesta, de acuerdo con sus necesidades específicas.
El Observatorio de la CIEC es una oportunidad para identificar las experiencias que han tocado el corazón de maestros, niños y jóvenes, en diferentes contextos de nuestro continente, y que por su impacto y significado merecen un reconocimiento y visibilización especial para continuar aportando a la formación integral de las personas.