Una cita del Evangelio de Mateoque sitúa a Jesús en el Monte de los Olivos –“Al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría”- es el punto de partida para el Mensaje de Cuaresma 2018 del Papa. Francisco lanza cinco propuestas a los cristianos para que no se apague “la caridad en los corazones”, consciente además de que “el corazón de Dios no se apaga”.
El Papa pide estar alerta ante los “falsos profetas” que hoy se esconden detrás de quienes ofrecen “un placer momentáneo, al que se le confunde con la felicidad”: la ilusión del dinero, el falso remedio de la droga, las relaciones de usar y tirar, la vanidad que se esconde tras la mentira y confunde el bien y el mal… ¿Consejo del Papa para evitar a estos encantadores de serpientes? “Aprender a no quedarnos en un nivel inmediato, superficial, sino a reconocer qué cosas son las que dejan en nuestro interior una huella buena y más duradera, porque vienen de Dios”.
Francisco pregunta a los creyentes: “¿Cómo se enfría en nosotros la caridad?”. Y señala algunas respuestas, entre las que se encuentra “el rechazo de Dios” que deviene en una violencia con consecuencias inmediatas: rechazar también al “niño por nacer, el anciano enfermo, el huésped de paso, el extranjero, así como el prójimo que corresponde a nuestras expectativas”. Esta frialdad también se traduce para Francisco en dejadez en el cuidado de la creación y la falta del “entusiasmo misionero” en las comunidades eclesiales. En este punto, Jorge Mario Bergoglio recuerda los efectos de este estado de congelación: “la acedia egoísta, el pesimismo estéril, la tentación de aislarse…”.
El Papa argentino apunta cómo la Iglesia en esta Cuaresma propone “el dulce remedio de la oración” como la vía para hacer que “nuestro corazón descubra las mentiras secretas con las cuales nos engañamos a nosotros mismos”. Para Francisco, solo desde ese silencio orante se puede encontrar “finalmente el consuelo de Dios”. Por eso, invita a toda la Iglesia a participar en la iniciativa “24 horas con el Señor” que se celebrará el 9 y 10 de marzo y que se centrará en el Sacramento de la Reconciliación.
“¡Cuánto desearía que la limosna se convirtiera en un auténtico estilo de vida!”. Este deseo del Papa lo expresa con el convencimiento de que la limosna “nos libera de la avidez y n os ayuda a descubrir que el otro es mi hermano: nunca lo que tengo es solo mío”. Así, insta a los creyentes a “compartir nuestros bienes” como los apóstoles. “Cada limosna es una ocasión para participar en la Providencia de Dios hacia sus hijos”, apostilla.
El Papa recomienda dar sentido a la tradicional práctica del ayuno en Cuaresma como un gesto que “debilita nuestra violencia, nos desarma, y constituye una importante ocasión para crecer”. De esta manera, está convencido de que ayuda a todo cristiano a experimentar “lo que siente aquellos que carecen de lo indispensable y conocen el aguijón del hambre”. ¿Consecuencia inmediata? “El ayuno nos despierta, nos hace estar más atentos a Dios y al prójimo”, apostilla con un recordatorio final: “Dios es el único que sacia nuestra hambre”.